Sintaxis

12. El sustantivo y el grupo nominal

12.3 Sustantivos contables y no contables (II). Subclases. Cambios de categoría

12.3a Se han propuesto varias clasificaciones semánticas de los nombres no contables, pero no existe ninguna que sea aceptada por todos los gramáticos. Se debe esa falta de acuerdo a que los límites entre los subgrupos son escurridizos, y también al hecho de que las clases que se pueden reconocer no abarcan en ninguna tipología existente todos los sustantivos no contables que existen en español. La mayor parte de esos nombres designan sustancias o materias (agua, aire, arena, basura, ceniza, cieno, comida, humo, luz, mármol, oro, plata, sangre, tul), cualidades o propiedades (altura, belleza, inteligencia, pereza, sentido común, sobriedad) y sensaciones o sentimientos (amor, apatía, desesperación, entusiasmo, envidia, indignación, miedo, odio, rabia), a pesar de que el sustantivo sensación suele ser contable. Cabe agregar los nombres que denotan estados o situaciones (calma, calor, confusión, descanso, desconcierto, fiebre, frío, guerra, paz, silencio, tensión, violencia), así como ciertas capacidades (fantasía, memoria, poder).

12.3b El concepto de ‘materia’ admite un sentido abstracto en el que equivale a ‘disciplina’ o ‘rama del conocimiento’. Esta extensión da cabida a otros muchos sustantivos que se usan como no contables en ciertos contextos, como en algo de economía, poco arte, mucha política, bastante literatura. A este grupo cabe añadir otros nombres que designan actividades muy diversas, como en demasiado fútbol; algo de cine; bastante televisión; nada de ejercicio, o un poco de movimiento: Se confabula con el agua para poner un poco de movimiento en este país de lo inconmovible (Carpentier, Pasos). Son también sustantivos no contables algunos de los que denotan grupos humanos (audiencia, concurrencia, gente, público, séquito), aunque no otros (clero, profesorado, vecindario), como se explicará más adelante. Lo son también los nombres de los colores en secuencias como Este cuadro lleva demasiado azul o en […] uno de esos signos de Sugai, con mucho rojo y negro (Cortázar, Rayuela), así como los que designan —como se explicó en el § 12.2n— la carne de ciertos animales.

12.3c Obstaculiza notablemente la tarea de establecer estas clasificaciones semánticas el hecho de que un gran número de sustantivos se puedan usar como contables o como no contables en contextos diversos y con cambio de significado. Esta cuestión se abordará en los § 12.3f y ss. Otra dificultad proviene del hecho, ya señalado, de que los nombres no contables pueden ser abstractos y concretos. Designan, en efecto, magnitudes en un sentido amplio de este término, ya que, en el más estricto, magnitud equivale, como explica el DRAE, a ‘propiedad física que puede ser medida’. La mensurabilidad constituye, pues, el rasgo característico de los nombres no contables, como pone de manifiesto el término medibles, con el que también se los conoce. A los sustantivos no contables concretos suelen corresponder unidades de medida establecidas en función de alguna escala numérica (dos kilos de arroz, un litro de leche, tres toneladas de basura); los no contables abstractos dan lugar a construcciones sintácticas similares, aunque más restringidas y formadas con otros sustantivos cuantificativos, como en un rayo de esperanza, un ataque de risa o un atisbo de pudor. Se retomará esta cuestión en el § 12.5.

12.3d Entienden algunos gramáticos que la distinción «contable–no contable» constituye un problema de categorización intragramatical, lo que permite comprender en alguna medida que las clases semánticas que se establecen no puedan ofrecer sino generalizaciones parciales. Son, en efecto, numerosos los sustantivos que se comportan, desde el punto de vista gramatical, como contables en unos idiomas, pero como incontables en otros, lo que no sería de esperar si la pertenencia a esos dos grupos se dedujera directamente de su significado. Las regularidades son mayores que las que se dan en otras clases nominales (en particular, las agrupaciones de los sustantivos en función de su género), pero, como se ha explicado, no existe un paradigma de nociones semánticas en el que puedan escribirse con claridad todos los sustantivos no contables del español. En ciertos casos, los sustantivos no contables pueden denotar incluso nociones insensibles a la idea de ‘pluralidad’. Por ejemplo, el DRAE define el sustantivo compañía, en uno de sus sentidos, como ‘Persona o personas que acompañan a otra u otras’. Este uso corresponde a oraciones como las siguientes:

Acosta peleaba con poca compañía contra todos los defensores adversarios (Prensa [Arg.] 21/5/1992); “La Quina” siempre tiene compañía, y estos rechazan que sea el prototipo del cacique al que solamente le faltan las cuentas en Suiza (Excélsior 27/7/1996),

en las que resulta irrelevante que se hable de uno o de varios individuos. Aun así, el sustantivo compañía se comporta aquí como no contable, por lo que se puede cuantificar como los demás nombres de este grupo: mucha, poca, algo de compañía.

12.3e Existen unos pocos nombres comunes que no satisfacen con claridad las pautas características de los nombres contables, pero tampoco las de los no contables. Así, mientras que muchos nombres colectivos son contables (varias comitivas, dos flotas, tres vecindarios), y algunos se usan como no contables en alguna de sus acepciones (mucha familia, bastante séquito), existen otros que no encajan con claridad en ninguno de esos dos grupos. El hecho de que sustantivos como clero o profesorado designen estamentos (por tanto, clases de individuos, más que propiamente agrupaciones de ellos) puede ayudar a entender que se adapten con dificultad a la clasificación entre nombres contables y no contables. En los estudios sobre las clases de sustantivos se ha observado que ciertos nombres que designan períodos, como niñez o soltería, presentan dificultades similares.

12.3f Tal como se ha adelantado, son muchos los sustantivos que se comportan gramaticalmente como contables en unos contextos y como no contables en otros. Por ejemplo, los sustantivos conversación, escote, sentimiento y tarea se usan como no contables en estos ejemplos:

A los enfermos se ha de dar poca conversación, aun quando por la qualidad sea de su gusto (Feijoo, Teatro VII); […] con un vestido estampado de mucho vuelo y con demasiado escote para el frío que hacía (Mendicutti, Fuego); Un poco de sentimiento no le viene mal al almanaque (Benedetti, Porvenir); Los chicos traen bastante tarea de la escuela. Y la hacen por la noche (Viezzer, Hablar).

Esos mismos nombres se emplean como contables en estos otros textos:

[…] un murmullo apagado entre conversaciones de ingleses y conquistadores españoles (Sábato, Héroes); Hay un cerco de mirones, abundan muchachas de ojos voraces y escotes vertiginosos (Marsé, Bravo); Sus verdaderos sentimientos no se los contó jamás a ninguna otra persona (Montero, M., Capitán); Su soltería y sus flacas finanzas debían consagrarla más bien a tareas de sacristía (Mujica Lainez, Aquí).

El uso contable o no contable puede depender de la acepción del sustantivo que se tome, como en el caso de escote. Según el DRAE, escote designa en su acepción primera una parte del vestido, mientras que en la segunda designa la parte del busto que queda al descubierto por estar escotado el vestido. La primera acepción da lugar a los usos no contables, y la segunda, a los contables. Algunos diccionarios recientes, particularmente del inglés, marcan los sustantivos como contables o no contables en sus distintas acepciones.

12.3g El paso de los nombres contables a los no contables es mucho menos frecuente que el contrario, y suele desencadenar, además, ciertos efectos expresivos (a menudo irónicos). En Me parece que es mucho auto para ti se obtiene la interpretación cualitativa de un sustantivo contable (auto) usado como no contable. Es más frecuente, en cambio, la cuantitativa, que se muestra en los textos siguientes:

Aquí en Homestead hay demasiado hombre soltero y muy poca mujer (Nuevo Herald 5/5/1997); […] y le decía: “El problema de la literatura española de hoy es que hay mucho autor menor, mucho aventurero, mucho fuego artificial y mucho árbol que no deja ver el bosque […]” (Sánchez-Ostiz, Infierno).

El efecto estilístico del que se habla se percibe, como se ve, en el uso de los nombres contables como sustantivos no contables. No se obtiene, en cambio, este efecto en Leo poca novela (ABC Cultural 11/10/1996), donde novela designa el nombre de un género. A la vez, este sustantivo recibe en este contexto la interpretación cuantitativa a la que se ha aludido, lo que permite obtener paráfrasis aproximadas como ‘Leo pocas muestras del género novela’. Este uso multiplicativo de los nombres contables utilizados como no contables es particularmente frecuente en algunas zonas de Chile y de los países andinos, donde carece de efectos irónicos o estilísticos: Había harto carro; Vino harta muchacha (‘Vinieron muchas muchachas’); En la fiesta te cruzabas con puro borracho (‘… con muchos borrachos’).

12.3h Frente a otros idiomas, la lengua española posee una notable capacidad para emplear los mismos sustantivos como contables y como no contables en contextos sintácticos diferentes. En la columna de la izquierda aparecen sustantivos usados como contables. Esos mismos nombres se ejemplifican en la columna derecha empleados como no contables:

Como contablesComo no contables
Nos dio muchas alegríasNos dio mucha alegría
Se añade un ajoSe añade ajo
Dale dos algodonesEs tela de algodón
Recogí bastantes pelosTiene bastante pelo
Está hecho con huevosEstá hecho con huevo
Tenía un trabajoHay poco trabajo
Cometió varias locurasMe desconcierta su mucha locura
Comió dos frutasDebes comer fruta
Fríe un pescadoDescongelé un filete de pescado
Compraremos un panCompró pan
Tiene algunas debilidadesTiene algo de debilidad
Dijo cuatro necedadesHay mucha necedad suelta
Compraré una caja de quesosHice una torta de queso
Está lleno de cristalesEstá cerrado con cristal
Llegan pocas informacionesLlega poca información
Quita el corcho de la botellaLimpia el suelo de corcho
Colgaban dos jamonesDame un poco de jamón
Leía dos novelas a la vezHabía leído mucha novela

Los textos siguientes contienen usos contables y no contables de algunos sustantivos dentro del mismo fragmento:

Yo acudo a su llamado: me entrega una bolsa de panpanes contados, que, ya que nos servirán para regularizar el hambre, […] que nos permitirá entendernos— (Donoso, Casa); […] y una de las más famosas zonas productoras de vino, resulta que decidió hace muchos años, y con excelentes criterio y resultado, no producir vino, sino vinos generosos y demás; el “sherry” o jerez, el málaga, brandys diversos y tantos más tan afamados (Vanguardia [Esp.] 16/1/1995); —Qué jamones, qué delicia de jamón serrano (Bayly, Días); Y cuando lo hace, como ahora que ya ha estallado la crisis y la violencia en la “guerra del bonito”, es tarde y no consigue que las autoridades comunitarias impongan su autoridad (Mundo [Esp.] 28/7/1994); El poder es el único intérprete autorizado de la verdad —de todas las verdades, las políticas, las metafísicas, las culturales— (Martínez Albertos, Noticia).

En los apartados que siguen se introducen algunas de las generalizaciones que suelen reconocerse entre los componentes de estos dos paradigmas.

12.3i La interpretación más común de los sustantivos no contables usados como contables es la de clase o tipo (recuérdese el § 12.2j), es decir, aquella en la que designan variedades de una misma noción, como en Existen más de cincuenta aceites para los motores de combustión (es decir, ‘tipos de aceite’). Esta interpretación es algo menos frecuente en los nombres abstractos no contables, pero es igualmente posible, como se comprueba en el siguiente ejemplo: Sabemos que las diversas manifestaciones de la electricidad son cambios de estado […]; basta con variar esa velocidad para producir la inducción: es decir, tres electricidades distintas (Lugones, Fuerzas).

12.3j Es muy frecuente, asimismo, que los sustantivos no contables se usen como contables y pasen a designar cosas materiales. En esta interpretación individualizadora, los sustantivos a los que se alude hacen referencia a objetos físicos que se interpretan como resultados de alguna partición realizada en la sustancia o en la materia designada por el sustantivo (en su interpretación no contable). Son, en efecto, materias el corcho, el cristal o el papel. Estos sustantivos se usan como no contables en más corcho, demasiado cristal o poco papel, pero designan, en cambio, cosas individuales (en el sentido de ‘objetos físicos independientes o aislables’) en un corcho, dos cristales o unos cuantos papeles. Los grupos nominales que se mencionan pueden denotar también tipos de corcho, de cristal o de papel, de acuerdo con la interpretación que se introdujo en el apartado anterior, como en un corcho demasiado poroso (en el sentido de ‘un tipo de corcho’) o un cristal insuficientemente opaco (en el de ‘una clase de cristal’).

12.3k A la oposición «contable–no contable» le corresponde el correlato objeto físico–materia o sustancia en el caso de corcho, cristal o papel, pero también en el de huevo, jamón, naranja, tomate y otros muchos sustantivos. Las diferencias obtenidas entre estos dos usos sintácticos son a veces sutiles, pero no por ello inexistentes. Similar a la oposición, ya mencionada, entre la designación de un animal y la de su carne es la que se establece entre los nombres de los platos, que se designan con sustantivos contables (un asado, dos paellas), y el del alimento que contienen o la materia de la que están elaborados (más asado; un poco más de paella). Por otra parte, la forma de presentar o servir los alimentos introduce particiones en ellos, lo que facilita que se designen como nombres contables. Así, la expresión un pavo podría designar ‘una ración de pavo’ en un restaurante, no de manera forzosa un animal.

12.3l La interpretación individualizadora de los nombres incontables usados como contables, esbozada en los apartados precedentes, admite otras variantes. Muchos sustantivos comunes no contables se interpretan con facilidad como discontinuos en la interpretación de ‘dicho’ o ‘hecho’ y —por extensión— en la de ‘objeto material’. Los nombres de cualidad derivados de adjetivos ejemplifican abundantemente esta pauta, como en muchas arbitrariedades, una cobardía, varias estupideces, numerosas locuras y otras muchas combinaciones similares que se citan en los § 5.1g y ss. y en el capítulo 6. Aunque se percibe cierta tendencia a interpretar con más frecuencia en este sentido los nombres de cualidad si son negativos (múltiples imprudencias, repetidas injusticias, ocasionales torpezas), el fenómeno se registra también con otros que no lo son: dar (a alguien) muchas alegrías (también satisfacciones), coleccionar antigüedades (‘objetos antiguos’), presentar asperezas, rugosidades, etc. Repárese, en el mismo sentido, en que el sustantivo acierto admite como paráfrasis aproximadas los sustantivos habilidad o destreza cuando se utiliza como no contable (Fue una elección hecha con acierto). No acepta, en cambio, estas paráfrasis cuando se usa como contable, como en Fue un acierto hacer esa elección. Se emplea un horror o un espanto en el sentido de ‘algo horroroso’ y ‘algo espantoso’, respectivamente. Existen otros muchos casos similares.

12.3m Menos habitual es usar como contables los sustantivos no contables para designar personas, como en una belleza (también preciosidad o preciosura), dos encantos (‘dos personas encantadoras’), una eminencia (‘una persona eminente’), dos celebridades (‘dos personas célebres’). Se utilizan casi siempre en plural, en el sentido pertinente aquí, amistades (‘amigos’) e inteligencias (‘personas inteligentes’):

En sus ratos libres aprovecha para escuchar música, leer y visitar a sus amistades (Prensa [Nic.] 23/2/2002); La revolución —dice González— debió parecer una secta de pensadores audaces: la servían las inteligencias más distinguidas, los personajes más notables (Núñez, E., Ensayos).

Se usa simpatía en el sentido de ‘persona simpática’ en Chile y en la Argentina. En este último país se registra también como equivalente de novio o novia: Y las madres de las chicas se justificaban con las vecinas diciendo: es una “simpatía” de la nena, pero no hay nada serio todavía (Landriscina, Galpón). Véase también sobre esta cuestión el § 5.1g.

 

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