Morfología

6. La derivación nominal (II). Otros derivados

6.3 Nombres de cualidad, estado y condición (III). Los sufijos -ía, -ería, -ia, -ncia y sus variantes

6.3a El sufijo -ía (del lat. -īa) forma en español un buen número de nombres de cualidad, como en alegre > alegría; lejano > lejanía; valiente > valentía. Pertenecen a este grupo, entre otros sustantivos, alevosía, altanería, bizarría, bravía (menos usado que bravura), campechanía, cercanía, cobardía, grosería, lejanía, lozanía, osadía, rebeldía, soltería, veteranía. Ya no se usa ancianía (de anciano, hoy ancianidad). Varias de las bases adjetivales mencionadas admiten usos sustantivos (un osado, un rebelde, etc.). Se derivan de bases nominales ciudadanía, feligresía, herejía, hombría, maestría, mancebía o villanía, entre otros sustantivos. Sobre membrecía y membresía (de miembro), véase el § 6.3e.

6.3b Se suele emplear la fórmula ‘condición de’ para definir el significado de los nombres de cualidad derivados de sustantivos, como en ciudadanía ‘condición de ciudadano’. Esta fórmula admite interpretaciones levemente distintas, ya que los sustantivos a los que afecta pueden designar rangos, cargos, profesiones, empleos, titulaciones, instituciones o servicios: hidalguía; secretaría (en el sentido de ‘cargo de secretario’); caballería (en la orden de caballería); artillería (el arma de artillería); maestría; pasantía; abogacía; cancillería; consultoría; canonjía o guardianía, que se utiliza en los países andinos para designar la ocupación de guardián: Esta reforma se dio especialmente por aquellas personas que requieren servicio de guardianía para sus pequeñas empresas, colegios o almacenes (Hoy [Ec.] 8/7/1997). Se usa pobrecía en la República Dominicana, y otras zonas del área caribeña, para designar la condición de pobre, en su sentido social: Los campesinos y demás exponentes de la pobrecía de barriada y caserío hablaban y actuaban confiadamente (Tamayo, Hombre).

6.3c El sufijo -ía es productivo en la lengua actual para crear derivados que designan la condición de oriundo de un determinado lugar, el apego o entusiasmo por él, así como la naturaleza prototípica o característica de lo que se relaciona con un país o una región:

Como buen asturiano que soy, paseo mi asturianía allá donde voy (Mundo [Esp.] 30/5/1996); No le quita nunca una pizca de sabor […], ni una gota rica de sus inflexiones, de sus inconmovibles nombres, de su santa oralidad, de su mexicanía (Jiribilla 11/2002); La cubanía se expresa, sobre todo, en el ajiaco, que es el mismo sancocho del que tratamos. Lo mismo podría decirse de la colombianía, la ecuatorianía, la peruanía, etc., etc., si no fuese porque con ello no se realiza distinción alguna, puesto que el sancocho o ajiaco es plato común para todos (Patiño, Cocinas); Ello era bien visto y signo de españolía (García Candau, Madrid-Barça).

El sustantivo, ya poco usado, bachillería (‘locuacidad impertinente’) mantiene las connotaciones que caracterizaban antiguamente a bachiller. Sobre los sustantivos en -ía que designan lugares (cancillería, conserjería, etc.), véase el § 6.12a.

6.3d Se derivan de adjetivos o sustantivos terminados en -és/-esa los sustantivos burguesía (de burgués), cortesía (de cortés), feligresía (de feligrés), pleitesía (del antiguo pleités ‘versado en pleitos, mediador’). Provienen de adjetivos o sustantivos en -ero/-era los citados artillería y caballería, además de altanería, chapucería, chocarrería, grosería, majadería, marrullería, zalamería. Varios de estos últimos derivados admiten usos como sustantivos contables en la interpretación de ‘dicho o hecho’, como en soltar una grosería o en No tengo por qué jurar una majadería así (Luca Tena, Edad). Recuérdense sobre este uso los § 5.1g y 6.1p. A ese mismo grupo pertenecen cobardía, herejía (en decir una herejía), osadía o villanía, entre otros muchos: Probablemente habíamos sido los únicos capaces de una villanía semejante (Cortázar, Cronopios). Muestran cierta resistencia a integrarse en este paradigma los nombres en -ía que denotan cualidades positivas. Se dice, en efecto, Cometió una cobardía (es decir, ‘un acto cobarde’), pero se rechaza *Realizó una valentía (a pesar de que se dice un valiente) y otras construcciones análogas formadas con sustantivos de sentido opuesto (cf., en cambio, una heroicidad: § 6.4q). Sobre contrastes como Es un tonto ~ *Es un inteligente, véase el § 13.7e.

6.3e Aparte de las alternancias vocálicas relativas a la presencia o a la ausencia de diptongo (valiente > valentía), son escasas las irregularidades morfofonológicas en los sustantivos de este grupo. Se pierde el diptongo final en los derivados en -ía de adjetivos o sustantivos terminados en -io o se asimila esta -i- a la del sufijo: secretario > secretar-ía. La anomalía que se percibe en pícaro > picardía (en lugar de *picaría, que no se documenta) se debe a la interferencia con el francés picard y con La Picardie, nombre de una provincia de Francia. La alternancia /d/ ~ /s/ o /θ/ en abogado > abogacía (no *abogadía) puede estar influida por el antiguo abogación. La irregularidad en la base de miembro > membresía o membrecía (ambas usadas en gran parte de América; no *miembría ni *membría) se debe con toda probabilidad a la influencia del inglés membership. El derivado bonhomía se puede asociar léxicamente con buen hombre11.3d y ss.), a pesar de ser un calco del fr. bonhomie. Se suele suponer una base verbal para unos pocos derivados en -ía, como valer > valía o el antiguo bebería (‘exceso continuo en el beber’). En cambio, en el caso de serventía (como en camino de serventía, usado en Cuba y en las islas Canarias, España), cabe pensar que la base es un adjetivo o un antiguo participio de presente (sirviente) en lugar de un infinitivo (servir).

6.3f La alternancia /o/ ~ /u/ se percibe en varios derivados en -ía de sustantivos o adjetivos terminados en -dor, como en tenedor > teneduría; senador > senaduría (también senaturía en Chile): Aceptó ser candidato a una senaduría (Vargas Llosa, Pez); gobernador > gobernaduría (además de gobernatura y gubernatura, que se usan en México y en El Salvador, entre otros países). Aunque cabría pensar asimismo que -uría es un sufijo diferente en estos casos, apoyan el análisis de la alternancia vocálica procesos como abreviador > abreviaduría (‘oficio de abreviador’); celador > celaduría (‘oficio de celador’); curador > curaduría (‘cargo de curador’); juzgador > juzgaduría (‘dignidad de juez’) y otros similares que dan lugar a contaduría, correduría, procuraduría o tejeduría a partir de las formas en -dor correspondientes.

6.3g Aunque sabiduría se asocia con saber en la conciencia lingüística de los hablantes, procede del antiguo sabidor (‘sabio’), por lo que se integra en este mismo paradigma. Se registra agregatura para designar una institución diplomática (la agregatura cultural del consulado) en las áreas rioplatense y antillana, a veces en concurrencia con agregaduría, que se prefiere en las demás. Se ha perdido, en cambio, letradura, por lo que hoy se asocia letraduría con letrado. Son regulares auditor > auditoría; consultor > consultoría y otros derivados de sustantivos en -or, como contraloría (de contralor) o defensoría (de defensor):

Los ediles se quejaron de la falta de voluntad de las autoridades nacionales para solucionar los problemas que afectan a esta ciudad que varias veces fueron denunciados a la contraloría (ABC Color 16/10/2000); Fue encarcelado […] por haber propuesto la creación de una defensoría de derechos de los militares (Proceso [Méx.] 2/2/1997).

6.3h En algunas voces de este grupo se plantea el problema de la dirección del proceso derivativo. Véanse a este respecto los § 5.7a y ss. La base de derivación de los nombres que expresan cualidad o condición es un adjetivo o un sustantivo, como se ha visto. Lo mismo se aplica a los derivados en -ía con base nominal que denotan cargos, empleos, dignidades y otras manifestaciones permanentes o transitorias de algún estatus social: alcaldía (en aspirar a la alcaldía), ayudantía, cancillería, canonjía, cesantía, ciudadanía, y otros sustantivos similares. Resulta, en cambio, polémico que el mismo proceso cree nombres de disciplinas, enfermedades, corrientes, movimientos o tendencias a partir del nombre de los individuos que las practican, las sufren o están vinculados a ellas de otras formas. El dilema consiste, por tanto, en elegir entre procesos como filósofo > filosofía; toxicómano > toxicomanía; ventrílocuo > ventriloquía (también ventriloquia) y sus opuestos, es decir, filosofía > filósofo; toxicomanía > toxicómano; ventriloquia > ventrílocuo. Esta disyuntiva se aplica a las alternancias entre gran número de pares de sustantivos. El criterio histórico no resulta siempre útil en estos casos, ya que el nombre de la disciplina y el del individuo relacionado con ella, que tienen etimologías independientes, suelen ingresar en la lengua a través de cauces distintos. El criterio lexicográfico proporciona resultados diversos. Así, el DRAE define ventriloquía como ‘arte del ventrílocuo’ (lo que sugiere el orden ventrílocuo > ventriloquía), pero define toxicómano por remisión a toxicomanía; filósofo, por remisión a filosofía, y apóstata, por referencia a apostasía.

6.3i Al elegir una de las dos opciones que se presentan en los apartados anteriores, ha de tenerse en cuenta que, con la excepción del posible sufijo -Ø, del que se habla en los § 5.7e y ss., la creación de derivados agrega más información morfológica de la que suprime. Si se mantiene este principio, que se aplica de manera inmediata a procesos como melancolía > melancólico o armonía > armónico (en lugar de a la inversa), resulta más adecuado el orden filósofo > filosofía que el opuesto, lo que se extiende a escribano > escribanía (‘oficio de escribano’); filántropo > filantropía o vascófono > vascofonía: El peculiar orden de sus palabras y unas sonoras erres delatan su vascofonía (Diario Navarra 4/9/2005), y también a los sustantivos derivados de otros terminados en -ero, como en artillero > artillería; ingeniero > ingeniería o estrellero > estrellería (en el español antiguo; hoy astrología). No obstante, algunos autores han señalado que varios de los pares mencionados pueden vincularse léxicamente sin tener que determinar una dirección en el proceso morfológico, en el sentido de que la elección de una de las dos opciones (por ejemplo, en la relación entre filósofo y filosofía) conlleva una preferencia conceptual que puede resultar inadecuada. Desde este punto de vista, en los casos que se examinan no procedería hablar de una relación asimétrica entre una base y un derivado, sino más bien de un paradigma en el que coexisten simultáneamente varias formas que se relacionan en la conciencia del hablante. Esto sucedería, particularmente, en las palabras terminadas en -cromía/-cromo; -latría/-latra; -logía/-logo; -manía/-mano; -tropía/-tropo, etc. (§ 11.10). Entienden algunos autores que debe adoptarse una solución similar en la relación entre -ismo e -ista de la que se habla en los § 6.4j y 6.9c y ss.

6.3j De los comparativos mayor, menor y mejor se derivan respectivamente mayoría, minoría y mejoría. Los dos primeros denotan la condición de mayor o menor (como en la mayoría de edad o en hallarse en minoría). Estos nombres se usan, además, como sustantivos cuantificativos (§ 12.5 y 20.1). Tanto mejoría como peoría ‘empeoramiento (de una enfermedad)’, hoy de uso regional, corresponderían a nombres de acción y efecto: Tal vez se podía esperar en los meses venideros alguna mejoría (Saer, Nubes). Del adjetivo mediano se deriva medianía, que expresa la propiedad de hallarse algo o alguien en un término medio: Pero sí sabemos con certeza que la vida de Cervantes fue la de un ciudadano sin títulos ni fortuna, que vivió en la medianía (Vargas Llosa, Discurso).

6.3k El sufijo -ería, resultado originariamente de la integración de -ero e -ía, se desvincula hoy de los derivados en -ero en algunos de sus usos. Participa, sobre todo, este sufijo en tres paradigmas: el de los nombres de establecimiento, como chocolatería6.12d y ss.); el de los nombre de grupo, como chiquillería6.12m), y el de los nombres de cualidad y condición, como tontería o masonería, que interesan en esta sección. Como se ha explicado, -ía y -ería son dos sufijos diferentes. Son raras las alternancias entre ellos, pero se han documentado algunas, como campechanía ~ campechanería; glotonía (ya anticuado) ~ glotonería; haraganía ~ haraganería. Entre las irregularidades morfofonológicas, destaca el interfijo -l- de cursilería, también presente en cursilón o en cursilísimo. Puede estar influido, según se piensa, por la -l- de comilón o comelón, dormilón, servilón, etc. (§ 6.11j). Se registra también cursilonería (de cursilón): Los jóvenes están llamados a ligarse y a ser un gran partido de la verdadera cultura castiza y alta, contra la ordinariez, el mal gusto, la barbarie y la cursilonería (Valera, Carta). Se han documentado casos de cúrsiles por cursis en Andalucía (España), lo que ha hecho pensar a algunos gramáticos que la inserción de la -l- pudo surgir como mecanismo morfofonológico regularizador. En los § 7.2a, 7.8a y 7.12l se mencionan procesos relativamente similares, como Gaudí > gaudiniano.

6.3l El sufijo -ería muestra cierta tendencia a adjuntarse a adjetivos y sustantivos terminados en «vocal tónica + -n», sobre todo cuando las bases léxicas denotan atributos peyorativos de las personas: bobaliconería, bribonería, bufonería, cabezonería, fanfarronería, glotonería, haraganería, holgazanería, ramplonería, simplonería, socarronería, truhanería, derivados, respectivamente, de bobalicón, bribón, bufón, cabezón, fanfarrón, glotón, haragán, holgazán, ramplón, simplón, socarrón, truhán (o truhan). Varios de los adjetivos y sustantivos en -ón de los que se derivan estos nombres son despectivos (§ 9.7d, e). También lo es el diminutivo pobrete, sobre el que se forma pobretería: Y hay que acomodarse a las pobreterías de ahora (Azorín, Cervantes), además de probreterío6.12n). El sufijo -ería admite como bases otros muchos adjetivos, especialmente si comportan la connotación peyorativa de la que se ha hablado: beatería, blandenguería, bobería, cursilería, gazmoñería, ñoñería, pedantería, pillería, guarrería, sosería (también sosez y sosedad), tacañería, tontería o el ya poco usado pelmacería. Son, de hecho, escasos los derivados de este grupo que no llevan asociada esa carga negativa, como galantería, coquetería, cuquería (de cuco) o el antiguo doncellería (actual doncellez).

6.3m La valoración negativa que caracteriza a tantos derivados en -ería forma parte a menudo del significado de la base, como en bellaquería, perogrullería, piratería, rapacería o vagabundería, entre otros muchos. Otras veces es aportada por el sufijo, puesto que la base carece de connotación peyorativa. Se observa este efecto al comparar político con politiquería, gramático con gramatiquería, o niño con niñería:

En Estocolmo consideran estas visitas de candidatos una politiquería intolerable (Cabrera Infante, Vidas); Ya eché de mi lomo escama, dilucidando gramatiquerías con el estudiante, con el salesiano y con el vicerrector (Suárez, Sueños); ¿No era esa la única manera de acabar con una niñería que podía tornarse peligrosa? (Vargas Llosa, Elogio).

Otros derivados en -ería designan organizaciones o instituciones, como en masón > masonería. La variante -ecía se reconoce en clero > clerecía y en rey > reyecía (‘dignidad de rey’): El episcopado está sobre la reyecía lo mismo que el oro sobre el plomo (González Prada, Política).

6.3n Al igual que otros nombres de cualidad, los derivados en -ería expresan en unos contextos el rasgo o la propiedad que corresponde al adjetivo o al sustantivo de su base, como en estos ejemplos:

Se notaban todavía ciertos vestigios de la truhanería que le había caracterizado en sus días juveniles (Gómez Avellaneda, Guatimozín); […] a causa de su poco ánimo de usted, de su bobería y corazón amerengado (Galdós, Perfecta); Espetaba con socarronería el aforismo de que sus años se debían al no haber hecho jamás cosa alguna exclusivamente por placer (Herrasti, Filósofo); El gran signo, por el cual conozco que me he despojado de la antigua tontería, es que cuido —al fin— de gustarme primero a mí mismo (Mutis, Muerte); Todo esto es de una perogrullería chillante (Unamuno, Sentimiento); Echó al marido de la casa, responsabilizándolo y acusándolo, delante del vecindario, de ser solo medio hombre por culpa de su beatería (Vargas Llosa, Tía); Yo, por mi parte, me abstuve de comentar su pedantería y su tacañería, que eran insondables (Ibargüengoitia, Ruinas).

En otros contextos se emplean como nombres contables para denotar un hecho o un dicho que ponen de manifiesto esa propiedad. Este uso es especialmente productivo con este sufijo:

Está ya en nuestras costumbres y parece una quijotería el mirar por la Renta (Galdós, Bringas); ¡Vamos Servilia, déjate de gazmoñerías! ¡Tu virtud está a salvo entre nosotros! (Savater, Catón); El que menos, denunció una bellaquería (Arguedas, Raza); […] no por cinismo, sino porque las creía las generales, las verdaderas fundamentales y la razonada reacción, como él decía, de las puritanerías melifluas de la reforma (Fernán Caballero, Clemencia); Dejarlo solo en ese momento hubiera sido la peor de las tonterías (Mastretta, Mal); Su sirvienta, que le amparaba las tacañerías, al ver asomar un viajero lo alertaba (Vargas Llosa, Palomino Molero); Era la pureza plena en una atmósfera pura […] antes de que este cayera en los errores, las circunstancias, las traiciones, las blandenguerías (Granma Internacional 4/1997).

No expresa propiedad o cualidad porquería (de puerco, o bien de porquero), que se usa como nombre no contable de materia (‘suciedad extrema’) y también como sustantivo contable, al igual que los que se acaban de mencionar: Esa novela es una porquería. La relación entre puerco y porquería se pierde en algunos países americanos en los que se usa el segundo, pero no el primero.

6.3ñ El sufijo -ería ha dado lugar a algunos derivados más restringidos geográficamente, pero pujantes en ciertos países. De huachafo (‘cursi’ en el área andina) se deriva huachafería. De pinche (‘tacaño’ en Costa Rica, El Salvador, Nicaragua y otros países centroamericanos), pinchería. Sobre el adjetivo siútico, que se usa en el español de Chile y parte del área andina en el sentido de ‘falsamente sofisticado o elegante’, se forma siutiquería. De tilingo (‘insustancial, vano, afectado’), empleado en el Río de la Plata, se deriva tilinguería. De jaiba (‘astuto, disimulado’ en las Antillas), jaibería. Se ejemplifican, a continuación, algunos de estos derivados:

—Ya sé que es una huachafería —se excusó Modesto (Vargas Llosa, Cuadernos); Sin ser —la pinchería— prototipo del granadino, la ciudad no se ha quedado atrás (Prensa [Nic.] 19/6/2004); ¡Hasta a usted la contagió con la siutiquería, Olguita, a usted que era tan sencilla! (Donoso, Delfina); La rapidez y eficacia fulminantes del protagonista, la sempiterna tilinguería de sus contrincantes, son tan perfectos que se convierten en perfecta caricatura (Ocampo, V., Testimonios); Están estableciendo un muy mal precedente por su eterna jaibería política (Expreso [P. Rico] 29/8/2007).

Se documenta asimismo baratía (de barato, por tanto con el sufijo -ía, no -ería) en Colombia y Venezuela, sobre todo como rasgo identificador de un conjunto de mercancías: artículos de baratía.

6.3o La interpretación de acto o hecho se extiende a la mayor parte de los derivados mencionados en el apartado anterior. En esta misma interpretación se obtienen numerosas alternancias entre -ería y -ada, como tontería ~ tontada (también tontera); bobería ~ bobada (también bobera en algunos países); fanfarronería ~ fanfarronada; guarrería ~ guarrada; cabezonería ~ cabezonada; bufonería ~ bufonada; chulería ~ chulada y otras similares. Recuérdense los § 2.9f y ss. La alternancia entre -dad y -ería está más limitada, como en terquedad ~ terquería (el segundo, ya desusado, al igual que terqueza). Se usa personería en el sentido que adquiere personalidad en el lenguaje jurídico (aproximadamente, ‘estatus legal’): El claustro llamó a los responsables de la empresa y tras despojarlos de la personería jurídica los sancionó (Moreno-Durán, Diana). Se registran algunas alternancias entre -ería y -ez, como en ñoñería ~ ñoñez y sosería ~ sosez.

6.3p El sufijo -ia (del lat. -ĭa) forma varios nombres de cualidad: audacia, eficacia, falacia, infamia o el ya citado ventriloquia, que en el análisis sincrónico se derivan, respectivamente, de audaz, eficaz, falaz, infame y ventrílocuo. En este grupo se suelen incluir otros derivados, como astucia (< astuto) y demencia (< demente), con alternancia consonántica en la base (/t/ ~ /s/ o /θ/), a pesar de que se sabe que ambos son latinismos (lat. astutĭa, derivado a su vez de astūtus, y lat. dementĭa, derivado de demens, -ntis). Es muy numerosa la serie de derivados en -ia de adjetivos terminados en -nte. En los estudios sobre estas voces en la morfología sincrónica alternan dos análisis. En uno se postula el sufijo -ia más un proceso morfofonológico de conversión de /t/ a /s/ o /θ/, como en elegant(e) + -ía > elegancia (donde t > c). Se aplica el mismo proceso a la derivación de absorbencia, ausencia, clemencia, decencia, ocurrencia y otros muchos sustantivos. En el otro, se habla de un sufijo -ncia, con las variantes -ancia y -encia (sobre la posible naturaleza de -a- y -e- como vocales temáticas, véase el § 5.11a). Recuérdese que los sufijos -ncia y -nza en procesos como incid-ir > incid-encia se estudian en los § 5.11a-e. Para aplicar el sufijo -ncia a los derivados de base adjetival es necesaria la supresión del segmento -nt- (por tanto, elega(nt)(e) + -ncia > elegancia; dece(nt)(e) + -ncia > de cencia).

6.3q El mismo proceso se aplica a los derivados en -ncia de adjetivos terminados en -lento. Así pues, se obtiene corpulent(o) + -ia > corpulencia (donde t > c) en uno de los análisis, y corpule(nt)(o) + -ncia > corpule-ncia en el otro. Recuérdese que estos procesos forman parte de la morfología sincrónica, no de la diacrónica, ya que las voces mencionadas son cultismos. Así, el sustantivo latino corpulenta se formó a partir del adjetivo corpulentus, al igual que opulenta lo hizo sobre opulentus. A favor de unificar, en la segmentación sincrónica, los dos sufijos a los que se acaba de aludir, se ha aducido que existen sustantivos en -ncia que pueden interpretarse como derivados de base nominal o de base adjetiva. Así, perseverancia puede interpretarse como la acción y el efecto de perseverar, pero también como la cualidad de perseverante (véase el § 5.1f). Desde el análisis que postula un solo sufijo (-ncia), lo que varía en estos casos es la supresión o el mantenimiento del segmento -nt- en los adjetivos. En el que propone dos sufijos (-ia y -ncia), la elección de uno u otro está en función de la categoría a la que corresponde la base. En los apartados siguientes se harán algunas consideraciones (diacrónicas y sincrónicas) sobre estos procesos.

6.3r Existe un gran número de nombres de cualidad que se corresponden con adjetivos en -nte7.11d y ss.): el sustantivo elegancia designa la cualidad de elegante, e inteligencia, la de inteligente. Como explica el DRAE, estos sustantivos denotan unas veces estrictamente la noción de ‘cualidad’ o ‘propiedad’, pero otras expresan la de ‘condición’ (militancia ‘condición de militante’), o bien designan prácticas, profesiones, empleos y otros estados o situaciones análogos (docencia ‘práctica o ejercicio del docente’; comandancia ‘empleo de comandante’, además de nombre de cierto local). He aquí otros sustantivos del mismo tipo, todos con base adjetival en la morfología sincrónica:

abundancia, adyacencia, arrogancia, ausencia, beligerancia, clarividencia, colindancia, competencia, constancia, contingencia, contundencia, decencia, deficiencia, dependencia, discordancia, displicencia, eficiencia, elocuencia, extravagancia, exuberancia, flagrancia, fosforescencia, ignorancia, importancia, inocencia, insignificancia, militancia, negligencia, paciencia, petulancia, potencia, preponderancia, prudencia, relevancia, reticencia, rimbombancia, suficiencia, turgencia.

6.3s Se registra imponencia (‘cualidad de imponente’) en Chile, el Río de la Plata y en algunos países de las áreas caribeña y andina: La mitra le daba más imponencia y la barba blanca muy cuidada se abría sobre el pecho y la cruz de oro (Uslar Pietri, Visita). Del sustantivo televidente se deriva televidencia, usado en gran parte de América, como tecnicismo en las ciencias de la comunicación, para designar el acto mismo de ver la televisión, como en No podemos sorprendernos de que nuestra era mediática digital modifique, en un lapso más corto de lo esperado, no solo la forma de hacer televisión, sino nuestra propia televidencia, es decir, el proceso humano de ver televisión (Cortés S., Tecnología). Se usa, además, como nombre colectivo, como en El Presidente compartió con nuestra televidencia la experiencia de su viaje a Italia (Sol 25/4/2007). Los usos descritos se extienden por lo general a teleaudiencia, igualmente de uso común en gran parte de América: La teleaudiencia fue poca (Mercurio [Chile] 9/4/2003).

6.3t Como se ha señalado, los sustantivos en -ncia ilustran el cruce entre dos paradigmas derivativos: el de los nombres de acción, de base verbal, y el de los nombres de cualidad, de base adjetival. En muchos de estos casos, el verbo latino desapareció (cohaerēre, elŏqui, contingĕre), por lo que el sustantivo en -ncia se vincula sistemáticamente en la conciencia de los hablantes con el adjetivo que se formó a partir de su participio de presente (coherente, elocuente, contingente). Como se ha adelantado, algunos derivados en -ncia acumulan ambas interpretaciones. Así, adherencia denota la acción o el efecto de adherirse a algo en Gracias al control omnipotente y a la estricta adherencia a determinadas normas y rituales, se aseguran el sostén de cierto tiempo de conservación (Rolla, Familia), donde alterna con adhesión, pero es un nombre de cualidad en La cola de pescado servía para darle adherencia a la tela (Andahazi, Secreto). Pueden recibir asimismo las dos interpretaciones convergencia, correspondencia, dependencia, perseverancia, resistencia o tolerancia, entre otros sustantivos.

6.3u La base verbal se reconoce en tener > tenencia y en pertenecer > pertenencia (sus pertenencias, con la haplología de la que se habló en el § 6.2v), pero otras veces está perdida, como en el caso del verbo disidir (‘disentir, separarse’), lo que deja como única opción la derivación de base adjetival: disidente > disidencia (lat. dissidentĭa). El hecho de que los sustantivos citados se puedan interpretar como nombres de cualidad en ciertos contextos facilita la formación de alternancias con voces derivadas mediante otros sufijos. Así, absorbencia puede alternar con absorción en la capacidad de {absorbencia ~ absorción} de un material. Existe proximidad, pero no equivalencia, entre continencia y contención o entre abstinencia y abstención. Sea cual sea la opción que se tome respecto de la unificación sufijal en los casos estudiados, el sufijo -encia ha de postularse como variante de -ncia en algunos derivados de bases adjetivales no terminadas en -nte. Así, del adjetivo bolo (‘ebrio’) se deriva bolencia (‘ebriedad, borrachera’), usado en Honduras, El Salvador, Guatemala y otros países centroamericanos, al igual que juquencia, derivado de juco (‘pestilente’). A partir de pipe (‘amigo fraterno’ en Nicaragua) se crea pipencia (‘amistad estrecha’). Sobre bandido se ha formado bandidencia (‘mala pasada, jugarreta’) también en Nicaragua: Es una bandidencia que me quieran meter en eso (Nuevo Diario [Nic.] 30/5/2007).

6.3v Las interpretaciones de acción y efecto de los derivados en -ncia de base verbal se analizan en los § 5.11a y ss. (como en preferencia ‘efecto de preferir’). Los nombres de cualidad, de base adjetival, se usan también como contables, pero con menor frecuencia que los derivados mediante otros sufijos: una urgencia (‘un caso urgente’). Predominan en esa interpretación los derivados que designan dichos o hechos, muy a menudo negativos (arrogancias, extravagancias, impertinencias, imprudencias, incoherencias, indecencias, insolencias, intemperancias, irreverencias, truculencias) o presentados como tales:

La chica parecía dispuesta a no dejar en su alma ni rastro de ellos, según la vida de perros que llevaba, las atroces penitencias que hacía (Galdós, Fortunata); Terminaron las estúpidas tolerancias de otros días (Carpentier, Siglo) […] con sus tontas manías, sus insoportables insistencias y reproches (Tusquets, Mar).

Se registran algunas excepciones, como confidencias, ocurrencias, reticencias o reverencias. Designan cosas materiales adherencias, protuberancias o transparencias.

 

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