Sintaxis

16. El pronombre personal. La correferencia. Las formas de tratamiento

16.7 Sintaxis de los pronombres átonos. Pronombres proclíticos y enclíticos

16.7a En el § 16.3l se introdujo la distinción entre pronombres tónicos y pronombres átonos. Sus rasgos de género, número, persona y caso se describieron asimismo en el § 16.2. Los de caso presentan numerosas particularidades, como se explicará en las secciones siguientes. Los pronombres átonos dependen morfofonológicamente de un verbo. Cuando aparecen como enclíticos, siguen a la base verbal a la que se adjuntan y forman con ella una sola palabra gráfica: leerlo, dándosela. También pueden aparecer como proclíticos y preceder a esta base verbal: lo leí, se la dieron. En este caso constituyen palabras diferentes desde el punto de vista gráfico, aunque no tan claramente desde el morfofonológico y el sintáctico, como se explicará en esta sección y en las siguientes.

16.7b Los pronombres átonos se denominan a menudo pronombres clíticos, o simplemente clíticos en la lingüística actual. Se aceptará aquí el primero de estos dos términos, pero no el segundo, ya que los elementos clíticos no son necesariamente pronominales. Pueden ser adverbios (fr. y, it. ci), conjunciones (lat. -que) o pertenecer a otras clases de palabras. Así, se ha observado de forma repetida que, al ser el artículo definido un segmento átono en español, se apoya fonéticamente en la palabra tónica que lo sigue, sea el sustantivo o alguna palabra que medie entre ellos, por lo que constituye también un elemento clítico. En rumano, en sueco, en vasco y en otras lenguas, los artículos son elementos enclíticos que se posponen al sustantivo (sin separación gráfica).

16.7c En el español general contemporáneo, los pronombres proclíticos preceden a las formas personales de los verbos, con separación en la grafía (lo dijo), mientras que los enclíticos siguen —sin separación gráfica— al infinitivo (decirlo), al gerundio (diciéndolo), al imperativo (dilo, decilo) y —más raramente— al participio en los contextos restringidos que se analizarán más adelante. La integración de los pronombres enclíticos en la base a la que se adjuntan no está sujeta a cambios morfofonológicos (leer + lo > leerlo), salvo en los imperativos de 1.ª y 2.ª persona del plural: pongamos + nos > pongámonos, no *pongámosnos; digamos + selo > digámoselo, no *digámosselo; callad + os > callaos, no callados. Se analizan estas alteraciones en los § 4.4k y 42.3l y ss.

16.7d Se ha hecho notar en varias ocasiones que el apoyo formal (gráfico, fonético, morfológico y también sintáctico) que a menudo exigen los pronombres átonos respecto del elemento al que se adjuntan los asimila parcialmente a los afijos. Es claro que la asimilación no puede ser total, ya que las posiciones que ocupan los pronombres átonos no son análogas a las que permiten los afijos. Estos últimos no desempeñan, además, funciones sintácticas. Aun así, a pesar de que la separación ortográfica que muestran los pronombres proclíticos concede a estos el estatuto de palabra gráfica, no constituyen unidades sintácticas del todo independientes, como las que representan los pronombres tónicos. Se ha observado que los pronombres proclíticos tienen mayor libertad sintáctica que los enclíticos en algunas construcciones. Así, los verbos en forma personal próximos entre sí desde el punto de vista semántico pueden aparecer coordinados en contextos en los que sugieren una acción continuada o repetida. Estos verbos coordinados comparten a veces un mismo pronombre proclítico, como en Entiendo que se impaciente y enfade o en Lo leyó y resumió con suma rapidez. Los pronombres enclíticos, en cambio, no admiten la coordinación de sus bases (no se dice *para leer y resumirlo, sino para leerlo y resumirlo, con repetición del pronombre átono). Los textos literarios, antiguos y modernos, muestran a menudo la coordinación de formas verbales con pronombre proclítico compartido:

En tornallo a pensar se menguan y vacían todas las venas de mi cuerpo de sangre (Rojas, Celestina); Apenas se dio cuenta de cómo le cogieron y embarcaron (Galdós, Episodios); Mientras ellos se abrazan y consuelan, el viejo acuna en sus brazos a Brunettino muy lejos del dormitorio conyugal (Sampedro, Sonrisa); […] con verdaderos cazos y sartenes y baños que se llenan y vacían y donde se bañaban ellos dos (Pombo, Metro); Mi idea era pedir el favor a Gonzalo de que las completase y corrigiese y las enviase a México (Borja, Recovecos); Es quizá como el barco que se desorienta y pierde, y destrozado por las iras del piélago, ya no vuelve más (Rodó, Motivos); Sus alumnos le respetaban y querían (Jácome, Garzas).

16.7e Como se ha explicado, los pronombres enclíticos se adjuntan a los infinitivos en la lengua actual (verlo), a los gerundios (viéndolo) y a los imperativos (vedlo). No obstante, la enclisis a las formas personales del verbo (díjolo, violas, contestole) se documenta hasta el siglo xx tanto en el español europeo como en el americano, con más frecuencia a principio de oración o tras pausa. Aún se usan ocasionalmente en la lengua escrita, sobre todo en la literaria, formas verbales conjugadas con pronombres enclíticos, aunque suelen percibirse como arcaizantes. Se detecta también su empleo en los registros más formales de la expresión oral. He aquí algunas muestras de esta pauta:

¿Qué quedará del pundonor familiar? Los vestigios, contestole Capitolina a Farnesia (Fuentes, Cristóbal); Cogiole el gusto a sentirse héroe, y como pavo en celo desplegó sus plumas, que tal pareció que la conquista entera se debía a su audacia (Arenales, Arauco); Al cabo mi hermana motilona ofreciole unos cuantos higos de los que él dio velozmente buena cuenta (Fernández Santos, Extramuros); Contole Cosme que creyó a pie juntillas lo que ella le había contado del ataque (Luca Tena, Renglones); El fiscal, cambiando hábilmente de tema, preguntoles —a los delincuentes— si cultivaban la homosexualidad, a lo que los delincuentes dichos respondieron que no (Grande, Fábula).

Es común la expresión interjectiva ¡Habrase visto!, con enclítico adjunto a una forma flexionada.

16.7f La posición que ocupa el pronombre se en las formas hágase, corríjase, léase, véase, etc. es la esperable, ya que se trata de imperativos. Son frecuentes léase y véase, que constituyen fórmulas de remisión dentro de un texto o un discurso: Léase también que podemos mutar como el camaleón, según desde dónde soplen los vientos, lo cual no es para nada cierto (Brecha 24/10/1997). En la lengua popular de España se registran imperativos con proclíticos en las formas coincidentes con los tiempos del subjuntivo, como en Lo coja usted mismo; Me lo explique usted; Se sienten ustedes; Se callen todos. Estas secuencias están fuertemente desprestigiadas. En la literatura se utilizan de manera ocasional como recurso caracterizador: Padre, me ponga dos botellas (Sánchez Ferlosio, Jarama). Se analizan otros aspectos de este uso en el § 42.3h.

16.7g En el español hablado hoy en el área noroccidental de la Península Ibérica se registran las formas personales del verbo con pronombres enclíticos, por calco del gallego:

La pobre niña murió pronto. Esta muerte causole un gran sufrimiento a mi esposo (Gamero, Betina); —Digo que mu mal, ahora. Pero no se preocupe por él. Pondrase güeno mu pronto. —Pero… ¿qué es lo que le ha pasado? —Comprendió mu tarde que iba a llover y cayole el agua encima (Luca Tena, Renglones); Soy gallego y hace ya bastantes años mis ilustres amigos Iglesias y José Filgueira, que habían fundado la revista “Logos” en lengua gallega, con el propósito de hacer de ella vehículo de cultura elevada, pidiéronme colaboración (ABC 27/9/1982).

Hasta hace no muchos años fue habitual la enclisis en los mensajes telegráficos con el solo propósito de ahorrar palabras:

Ruégole haga llegar mi profundo sentimiento de pesar y condolencia a familiares de las víctimas trágico siniestro ocurrido […] y mis mejores deseos de pronto y total restablecimiento para los heridos (ABC 4/7/1974).

16.7h Los infinitivos se construían con pronombres proclíticos hasta el siglo xv, pero sobre todo en el xiii y el xiv:

Salió el batel a le prender (Diario Colón); Los quales príncipes vinieron sin les fazer ninguna fuerça (López Ayala, Décadas); Et el rey rodrigo / contra uoluntat de todos fizo lo abrir (Fernández Heredia, Crónica I); A nosotros conuiene permanescer en nuestra victoria / fasta la acabar (Pulgar, Varones); Salieron a los moros a les dar batalla (Rodríguez Almela, Valerio); Deme la vuestra soberana grandeza las manos para las besar (Ortúñez, Espejo).

Véase también, en relación con esta pauta, el § 26.12g. No se usan en la lengua actual pronombres proclíticos con los infinitivos, salvo, ocasionalmente y en contextos negativos, en el español popular hablado en Asturias (España), como en por no lo decir a tiempo; para no lo comprar; etc. Tampoco los gerundios aceptan pronombres proclíticos en el español contemporáneo (se dice oyéndolo, no *lo oyendo). La lengua antigua los admitía en otros contextos, pero con frecuencia mucho mayor en los negativos, como se explica en el § 27.1e. Existe relación entre el hecho de que una lengua romance admita infinitivos con proclíticos y el que acepte interrogativas indirectas totales de infinitivo, como se indica al final del § 25.11b.

16.7i Los pronombres enclíticos eran admitidos por los participios en la lengua medieval y en la clásica. Aparecen ocasionalmente —aunque con menor frecuencia— en la lengua literaria de los dos últimos siglos. La enclisis es más habitual en el segundo miembro de las expresiones coordinadas y en las formadas con tiempos compuestos:

Un grant colpe dado·l’ ha (Cid); Quizá no havía mirádolo tanto como yo (Santa Teresa, Vida); De que mi señora la duquesa haya escrito a mi mujer Teresa Panza y enviádole el presente que vuestra merced dice, estoy muy satisfecho (Cervantes, Quijote II); Hémoslo visto porque con las galeras de la Religión se nos ha huido moros y quedádose allí hasta que ha venido bajel de moros (Contreras, Discurso); Juan de la Cruz había nacido en Málaga, en el barrio del Perchel, y quedádose huérfano de padre y madre cuando era muy niño (Ganivet, Trabajos); Estaba detenido como con grillos; soltóse ya de los lazos, y dejado las cinco y quedádose con la primera; y públicamente á un sermón del P. Manuel Martínez se hincó de rodillas y pidió el Bautismo (Chirino, Filipinas).

Este uso se documenta hoy en zonas de Costa Rica, como se explica en el § 27.8c. También se registra de manera ocasional en textos literarios del español americano del siglo xix y de la primera mitad del xx, especialmente si —como en los usos citados— el participio que recibe el pronombre enclítico está coordinado con otros, tal como sucedía en la lengua clásica. Ilustran esta pauta ejemplos como Habíamos aguardado a nuestros amigos y preparádoles lo necesario, y otros construidos de manera similar:

Así, después de haber almorzado y dádoles las gracias, busqué un palo para que me sirviera de bordón (Fernández Lizardi, Periquillo); De vuelta de la isla de Lobos, les había sorprendido la borrasca a pocas millas de la ribera y obligádoles a navegar de bolina (Acevedo, Brenda); La América entera se ha burlado de aquellas famosas fiestas de Buenos Aires, y mirádolas como el colmo de la degradación de un pueblo (Sarmiento, Facundo); Y después de haber adorado a Dios y dádole gracias se sentaron (Somers, Retrato).

Se distinguen los participios con pronombre enclítico de los participios antepuestos a un grupo verbal que contiene un proclítico. Así, en Perseguido me han encantadores (Cervantes, Quijote II) se antepone el participio de me han perseguido encantadores, de forma que el pronombre me no es enclítico de perseguido, sino proclítico de han.

16.7j Los pronombres enclíticos admitían gran número de bases léxicas en la lengua antigua. Se adjuntaban a menudo en forma apocopada, como en el ejemplo dadol (‘dádole’) del Poema del Cid mencionado en el apartado anterior. Además de posponerse a los verbos, como en la actualidad, estos pronombres podían adjuntarse a las conjunciones, los adverbios, los sustantivos y otras clases de palabras. Así, la forma yol está constituida por el pronombre yo y la consonante -l, que constituye una forma apocopada del pronombre le, como en Yol di el regno de mio siervo David (Almerich, Fazienda). La forma not consta del adverbio no y el pronombre te, igualmente apocopado en la consonante -t, como se comprueba en Not podemos fallar (Fernán González); sit se compone de la conjunción si y ese mismo pronombre: Convidartiemos sit ploguiesse (Almerich, Fazienda). Análogamente, en Una ferida·l’ dava (Cid) se reconoce un sustantivo (ferida) como base de un pronombre enclítico (le > l). Estas formas apocopadas de los pronombres enclíticos se extendían también a los que se construían con bases verbales: Tornós’ pora su casa (Cid).

16.7k Los pronombres personales latinos no eran elementos átonos. Se piensa en la actualidad que algunas de sus propiedades permanecieron en los pronombres clíticos medievales, puesto que estos pronombres no se anteponían necesariamente a una forma verbal. Así, puede estar relacionada con el hipérbaton latino la llamada interpo lación, proceso que en el español antiguo permitía intercalar expresiones diversas entre estos pronombres y el verbo al que modificaban. He aquí algunos ejemplos de este proceso:

[…] si lo por bien toviéssedes (Cifar); […] de manera que lo non podien ya soffrir (Alfonso X, España I); —¿Sabéis vos quién es este cavallero que me este bien fizo? (Baladro); Grant pecado criminal fizo quien me esto basteçió (Otas de Roma); Si despues desto se tornasse el ala fe & su muger quisiese mas entrar en orden que beuir con el puedelo fazer maguer lo el contradiga (Partidas); Estas cosas e otras demandan prestadas segund más e menos —la que lo non tiene— e segund es su estado, unas de más, otras de menos (Martínez Toledo, Corbacho).

La interpolación no se extiende a la lengua clásica. En el español del Siglo de Oro se registran ocasionalmente incisos entre los pronombres proclíticos y su base verbal, a modo de juego literario, como puede observarse en el siguiente ejemplo:

Creyendo que de mí, no, Amor, se acuerde; / temerario, levántase, deseo / de ver a quien, me, por desdenes, pierde. / Que es venturoso, si se admite, empleo, / esperanza de amor, me dice, verde, / viendo que, te, desde tan lejos, veo (Lope Vega, Capellán).

16.7l El grupo -rl- formado por la consonante final del infinitivo (-ar, -er, -ir) y la inicial de los pronombres enclíticos de tercera persona (lo, la, etc.) contiene dos sonidos alveolares, el primero de los cuales se hizo lateral y dio lugar posteriormente a una palatal lateral sonora. Se formaron así las terminaciones -allo, -ello, -illo por -arlo, -erlo, -irlo. Los textos antiguos muestran abundantemente este proceso, que alcanzó también la lengua clásica:

Besaos y abrazaos, que a mí no me queda otra cosa sino gozarme de vello (Rojas, Celestina); Pues yo he sido el más culpado en esto, quiero enmendallo (Rojas Villandrando, Viaje); —Salid, mozas, a la calle, / si es que queréis conocello (Villamediana, Poesías); Porque sin él decirlo ni mandallo / se lo llevaron para que bebiera (Castellanos, Elegías); El quiso hablalla en italiano y respondióle en gallego (Enríquez Gómez, Gregorio Guadaña); Yo os lo enseñaré, dijo uno de ellos, en quince días. Pues yo, contestó Saputo, os doy palabra de aprendello en ocho (Foz, Pedro Saputo).

Este uso permanece en la lengua actual en expresiones acuñadas como Sostenella y no enmendalla (más frecuente en España) o como Mejor (es) no {meneallo ~ menealle} y algunas otras variantes que se han usado en el español de todas las épocas. No tiene este origen la -ll- epentética que surge en la expresión Más vale que ni le menelles, usada en México:

Ni la más ligera alusión a los sucesos del año pasado. Dirá, y con razón, que peor es meneallo… (Galdós, Fortunata); Nunca he sido indócil al público reconocimiento de mis propios errores y mis flaquezas propias —“virtuoso de la palinodia” en tierra de virtuosos del sostenella y no enmendalla, me he llamado con frecuencia— (Laín Entralgo, Descargo).

16.7m No corresponde un contenido semántico claro a los pronombres átonos en expresiones lexicalizadas como las siguientes:

arreglárselas (para algo), montarla, armarla, hacérsela (a alguien), emprenderla a golpes, habérselas (con alguien), tenérsela (a alguien) guardada, dárselas de listo o vérselas a palitos ‘afrontar una situación muy precaria’, en Honduras, El Salvador, Costa Rica y otros países centroamericanos.

Se añaden a estas, otras similares en el § 34.11c. En el español de México y en el de algunos países centroamericanos es frecuente el pronombre le enclítico, también sin contenido ni función sintáctica precisa, en expresiones imperativas e interjectivas como pásale, éntrale, híjole(s), épale, ándale. Se mencionan otras similares en los § 35.2q, r. Se construye, en cambio, con el pronombre de acusativo la forma púllalo, usada en Venezuela. Se usan en la mayor parte de los países hispanohablantes dale y dale que dale. Se ejemplifican a continuación algunas de estas expresiones:

Porque es una vaina muy seria descubrir que les debes la honra y la vida al hombre a quien se la tienes jurada (Herrera Luque, Casa); El que quiere estudiar, de algún modo se las arregla (Puig, Beso); Las compañeras y compañeros trabajadores del sexo de pronto se las vieron a palitos para conseguir un pedazo de pan cada día (Obando, Paraíso); No crea el lector que tiene que habérselas con un simple, pues los genoveses seremos mentirosos, pero no ingenuos (Fuentes, Naranjo); Yo solo quiero pasarla bien. Y si soy un buen tipo no la paso bien: me aburro, me siento un pelotudo, me río de mí mismo (Bayly, Mujer); Híjole, si un jugador puede echar a un entrenador en una institución como el América, lo nombran presidente (Proceso [Méx.] 22/9/1996); Y Manolo dale que dale que dale, metiendo a todos en la misma bolsa (Benedetti, Primavera).

Información adicional

En relación con este capítulo, la siguiente entrada del Glosario de términos gramaticales podría ser de su interés:
pronombre átono

 

Nueva gramática de la lengua española
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