Sintaxis

19. Los cuantificadores (I). Sus clases. Cuantificadores universales

19.4 Aspectos morfológicos de los cuantificadores y su repercusión sintáctica (I). Género y número

19.4a El grupo B de cuantificadores a los que se hace referencia en la clasificación introducida en el § 19.2a se establece con criterios morfológicos. Como allí se vio, en B1 se atiende a las propiedades flexivas de los cuantificadores, mientras que en B2 se atiende a las variantes apocopadas que presentan algunos. Numerosos cuantificadores poseen flexión de género y número, por lo que dan lugar a paradigmas constituidos por cuatro formas, como mucho/mucha/muchos/muchas. A estos pertenecen alguno, cuanto, cuánto, demasiado, harto, mucho, poco, tanto y todo, así como el numeral cardinal un y los numerales ordinales (como primero/primera/primeros/primeras), que se analizan en los § 21.4 y 21.5. Corresponden también a este grupo algunos de los adjetivos que denotan pluralidad, asimilados en parte a los cuantificadores, como se explicó en el § 19.3k.

19.4b Además de los cuantificadores pronominales neutros algo y nada, otros cuantificadores pronominales admiten variantes con género neutro, como cuanto o todo: Hablamos de todo; Todo aquello carecía de importancia; Con nada está satisfecha; Dale cuanto pida. Los cuantificadores bastante, cuánto, demasiado, mucho, poco y tanto pueden usarse asimismo como pronombres neutros, aunque en contextos más restringidos: Poco puedo yo añadir a esas certeras palabras; Bastante tengo ya con aguantarte; Tiene mucho de lo que avergonzarse; ¿Cuánto se necesita para ser feliz?, etc. Se plantea a veces, no obstante, la cuestión de si en determinados contextos estos cuantificadores son pronombres o adverbios (§ 20.6 y 30.4g). Para el uso de algunos de ellos con infinitivos (el mucho beber), véase el § 26.3g. El cuantificador cualquiera no posee género neutro, frente a todo o a nada. Así, pueden usarse sin contexto previo expresiones como Ninguna cosa le interesa o Nada le interesa, pero se diría Cualquier cosa le interesa, y no Cualquiera le interesa, para expresar ese significado.

19.4c Tienen flexión de número, pero no de género, los cuantificadores bastante (bastante/bastantes) y cualquiera (cualquiera/cualesquiera). En la medida en que cuál puede considerarse semicuantificador o cuasicuantificador19.3i), pertenece también a este paradigma (cuál/cuáles). El plural de cualquiera es cualesquiera, forma que corresponde a los registros formales: Se puede practicar el yoga cualesquiera que sean las creencias religiosas del practicante (Calle Capilla, Yoga). Aunque es un uso que se recomienda evitar, se registran esporádicamente casos en los que el singular cualquier ocupa el lugar de cualesquiera ante el indefinido otros, como en El magistrado amplía, además, la indagatoria de Isabel a cualquier otros hechos que interesen a la causa (Clarín 19/1/1997). Véanse también los § 19.5k y ss., 20.4 y 22.12.

19.4d La opción contraria a la que se acaba de señalar —es decir, flexión de género, pero no de número— corresponde a los cuantificadores ambos, sendos, varios, cada uno, unos cuantos, unos pocos y ninguno. Aun así, en este último caso existen varias excepciones, ya que las formas ningunos y ningunas se usan en algunos contextos, como se explicará en los apartados siguientes. El cuantificador cada es insensible al género y al número de los sustantivos sobre los que incide. Sus propiedades gramaticales se analizarán en el § 19.9. En cuanto a poco, no está sometido a concordancia de género en las construcciones llamadas pseudopartitivas, a las que se dedica el § 20.2: un poco de {pan [masculino] ~ agua [femenino]}, pero se documentan ocasionalmente las variantes concordantes del tipo «una poca de + nombre femenino», como se explica en el § 20.2m.

19.4e El indefinido ninguno se usó en plural en el español medieval, en el clásico y —con frecuencia algo menor— también en el de etapas posteriores:

Auiamos ordenado que ningunos estrangeros non fuesen benefiçiados enlos nuestros rregnos; e que nos pidian por merçed quelo quisiesemos asy guardar (Cortes Segovia); Con ningunas medicinas pudo ser curada (Granada, Epistolario); Y el nombre odioso de la servidumb[r]e / en ningunos oídos resonaba (Cervantes, Trato); Porque, como queda dicho, ningunas formas ni noticias sobrenaturales que pueden caer en la memoria son Dios, y de todo lo que no es Dios se ha de vaciar el alma (San Juan de la Cruz, Subida).

En la lengua actual, la forma ningunos/ningunas es rara en los textos cuando constituye la contrapartida de algunos/algunas. Aun así, quedan restos ocasionales de este empleo —que se sienten hoy como arcaicos— en algunos países americanos, especialmente en México, en Centroamérica y en algunos del área caribeña:

Aquí no van a aparecer ningunos platillos voladores, eso son embustes de los pescadores (Ramos-Perea, Obsesión); La alimentación es pobre, el ocio abunda, el recreo y los deportes físicos son escasos o ningunos (Picó, Día); No asistió jamás al cine, no bebió bajo ningunas circunstancias una copa, no tuvo amigos (Medina, D., Cosas); Sin embargo ningunas palabras eran consuelo en aquel momento (Bain, Dolor); No veíamos que salieran a recibirnos ningunos puestos de la Cruz Roja (Guzmán, Águila).

Se retoma esta pauta en el § 19.6e.

19.4f Se usan más ampliamente estos plurales cuando constituyen la contrapartida del artículo indeterminado con valor enfático. Así, a la oración afirmativa Tus amigos son unos tontos corresponde la negativa Tus amigos no son ningunos tontos, en alternancia con la invariable … no son unos tontos. He aquí otros ejemplos de este uso:

Dejaos de lloriqueos, que no sois ningunos niños (Arrau, Norte); Oye tú, que yo he tenido dos hijos y no son ningunos desgraciados (Hidalgo, I., Hijas); Los actores no son ningunos santos (Vanguardia [Esp.] 16/9/1995); No somos ningunos ciudadanos de segunda (País [Ur.] 6/9/2001).

También se aceptan las formas ningunos/ningunas con sustantivos que contienen plurales inherentes o pluralia tántum (§ 3.8f, g). El sustantivo más frecuente en esta pauta es ganas, aunque no el único:

Me parecía que Nehru no tenía ningunas ganas de decirme nada (Neruda, Confieso); Total, tenía 18 años y ningunas ganas de volver al pueblo (Mastretta, Vida); Tras todo aquello, el PSC perdió una buena parte de su electorado inmigrante y castellano-parlante que ya no ha vuelto a recuperar en ningunas elecciones autonómicas (Vanguardia [Esp.] 16/6/1995); No tenemos que hacer ningunas paces (Martín Gaite, Visillos).

Menos frecuente es encontrar esta pauta con el uso pospuesto del indefinido ninguno, analizado en el § 48.4k: Sin poder urdir plan alguno y sin ganas ningunas de recostarme (Boullosa, Duerme).

19.4g Se extiende a veces el plural ningunos/ningunas a los sustantivos que designan cosas que se presentan normalmente en pares, como en Quería comprar botas, pero no encontró ningunas a su medida, o en los ejemplos siguientes:

No lo estaban vigilando, siguiendo y acechando ningunos ojos (Uslar Pietri, Oficio); Después tocarán tu vida otras manos, repulidas como las de Alfonso Javier o sin memoria como las de Daniel, pero ningunas tan seductoras (Berlanga, Gaznápira); Lo enterraron con esos mismos mocasines. Le pusieron un par de medias blancas. Tomó el encendedor. Medias del padre, porque él no tenía ningunas (Ponte, Contrabando).

La misma pauta aparece en ocasiones en los plurales estilísticos de los que se habla en los § 3.8n, ñ:

No hay ningunas dudas —dijo Ramón Gonzalbo— (Aguilar Camín, Error); Los primeros tenían esperanzas de mandar después de la separación y los últimos ningunas o muy pocas (Marías, España).

19.4h El indefinido alguno puede aparecer en singular o en plural y se combina normalmente con sustantivos contables (alguna casa). Sin embargo, el plural (algunos/algunas) incide, al igual que su variante negativa (ningunos/ningunas), sobre nombres que expresan plurales inherentes. Estos plurales se asemejan a los nombres no contables (como se explica en los § 3.8f, g y 12.2), ya que no designan entidades que puedan ser aisladas, individualizadas o enumeradas, como en algunas provisiones, algunas represalias, algunas cortapisas o en Aunque algunos celos tenía de Santa Teresa, de la que veía enamorada a su amiga, estaba satisfecho (Clarín, Regenta). La variante algún(o) que otro es rara en plural. En estos casos precede con mayor frecuencia a los sustantivos que expresan asimismo plurales inherentes (§ 3.8f, g) o plurales estilísticos (§ 3.8n, ñ):

Hubo un gran apagón y, aparte de algunos que otros destrozos en la ciudad, privó de televisión a las parejas (País [Esp.] 2/6/1989); Podrían estar al frente de sus equipos motivados por un deseo de reconocimiento y algunas que otras satisfacciones egoístas (Nuevo Día [P. Rico] 3/12/1997).

19.4i El cuantificador todo funciona como adverbio de grado en El suelo estaba todo manchado, donde expresa un contenido similar al de absolutamente, completamente o por entero. Se documentan dos variantes de esta construcción: la concordada y la no concordada. En la primera, que es la mayoritaria, todo concuerda en género con el adjetivo o el participio: El niño estaba todo manchado ~ La niña estaba toda manchada o ¿No estaba toda animosa y dispuesta a trabajar duro en la mudanza? (Leñero, Mudanza). Esta variante plantea tradicionalmente un problema gramatical que no ha recibido todavía una respuesta por completo satisfactoria: si todo es aquí un adverbio, no se esperaría la concordancia; si es adjetivo, no se esperaría, en cambio, que modificara a otro adjetivo o a un participio. Se retomará esta paradoja en los apartados siguientes, y también en el § 19.8.

19.4j En la otra variante, menos frecuente, todo no concuerda con el adjetivo o el participio, tal como se espera del funcionamiento general de los adverbios: Ella me dice todo compungida: —Es un sobrinito mío. El pobre murió el año pasado (Pérez Merinero, Días). Repárese en que, en el primer par (todo manchado/toda manchada), el cuantificador todo/toda expresa que la propiedad de la que se habla afecta a la totalidad de la persona designada por el sujeto, lo que vincula esta construcción con las llamadas de cuantificación flotante19.10) y, por tanto, con la interpretación adjetival de todo. El mismo factor interfiere en Yo estaba toda disfrazada (CREA oral, Venezuela), que sugiere toda yo estaba disfrazada, y en otras secuencias similares. Corrobora la pertinencia de este factor el que se rechace el uso adverbial de toda cuando no puede asimilarse a un cuantificador flotante, lo que da lugar a contrastes como el siguiente: Toda ella estaba {completamente ~ *toda} manchada. Aun así, en el ejemplo de Leñero que se citó en el apartado anterior, se expresa con toda animosa una propiedad semejante a la que se expresaría con la variante sumamente animosa.

19.4k El uso infrecuente de todo como modificador de grado al que se acaba de hacer referencia contrasta marcadamente con el del adverbio medio: medio muertos, medio acabada, medio dormidas. Como sucedía con todo, también aquí se registran las dos variantes: la no concordada (medio dormida) y la concordada (media dormida). Mientras que en el caso de todo, es la variante concordada la que posee mayor extensión y prestigio (toda compungida), en el caso de medio sucede lo contrario, ya que se prefiere medio dormida a media dormida:

No te ha reconocido, atinó a pensar, medio asombrada, medio resentida (Vargas Llosa, Conversación); […] ya sin lanas en la peluca y medio tuerta (Allende, Paula); La Princesa, miope y medio tuerta, hurgaba la escena detrás del velo que descendía de su complicado pelucón (Mujica Lainez, Escarabajo); Tomó la mitad de una naranja medio seca y comenzó a masticar (Mutis, Muerte).

19.4l En la lengua popular de México, parte de Centroamérica, Venezuela, Chile y del Río de la Plata, entre otras áreas americanas, así como en el noroeste de España y en las islas Canarias, se atestigua con distinta frecuencia la variante concordada: Estaba media dormida o Son medios tontos. He aquí algunos ejemplos de esta construcción:

Del morral sacó el bastimento: unos tiquitos de frijoles que nos supieron a gloria, luego unos mangos medios verdes y una botella grande con limonada (López Páez, Herlinda); Comienza a beber cerveza media fría en una panela de hielo (Morón, Gallo); Iba en contra de mi idiosincrasia, de mi naturaleza, esa naturaleza media anárquica que tenía (Guambia 24/5/2003); La idea de la radio es abrirse a música que no se escucha, ir hacia atrás, rescatar cosas medias híbridas (Época [Chile] 5/12/1997).

Algunas expresiones que se forman con la variante concordada (como media loca) son de uso común en casi todos los registros en México, Centroamérica y el Río de la Plata, entre otras áreas. En los demás casos es variable, según los países, la valoración del prestigio que corresponde a la opción concordada. Como se ha explicado, se recomienda en todos estos contextos la variante sin concordancia (medio verdes, medio fría, medio dormidas).

19.4m Desde el punto de vista sintáctico, la opción no concordada es esperable, puesto que medio es un adverbio de grado. Cuando funciona como adjetivo, concuerda en género y número con el sustantivo al que modifica, como medias palabras o medias tintas. Este uso se registra en los textos clásicos, como en La infeliz mujer decía / en medias razones breves, / “Duélete tú de tu sangre, / ya que de mí no te dueles” (Calderón, Mágico), y aparece igualmente en los modernos:

Los grandes políticos han decidido no desprenderse ni una noche de sus medias naranjas (Tiempos 4/12/1996); […] las medias verdades que su madre necesitaba oír casi diariamente (Pombo, Natura); En la casa todo eran medias voces, murmullos, miradas oblicuas (Delibes, Sombra); Llamamos caballo entero al que tiene las demás partes tan cabales como la crin y las orejas […]. Los otros caballos no son sino medios caballos, y los capones ninguno (Roa Bastos, Supremo).

19.4n Algunos hablantes americanos distinguen entre media hermana (‘hermanastra’) y medio hermana (‘casi hermana’). En la primera opción, media modifica al sustantivo hermana como un adjetivo en la pauta «adjetivo + sustantivo», al igual que en los ejemplos que se acaban de citar. En la segunda, cabría pensar que hermana se asimilara a un adjetivo, con lo que medio sería un adverbio y, por tanto, invariable. Sin embargo, también se documenta variación de concordancia en esta pauta:

Aunque se les ofrecían algunas ocasiones de tentar las valijas de sus medios amos, no las admitieron (Cervantes, Rinconete); Y eso sin decir que los milicos eran medios hermanos de aquellos indios (Ranesa, Arte); Si, por casualidad, durante el día entraba en el rancho, sus medio hermanos y medio primos se ponían a lanzar aullidos de terror (Jodorowsky, Pájaro); Sus medio hermanos morían como moscas, tuberculosos o intoxicados (Vargas Llosa, Tía).

Como se ve, medio aparece en singular en las dos últimas citas, pero en plural en las dos anteriores. La preferencia por la variante no concordada (medio) en lugar de por la concordada (medios) puede estar influida por el hecho de que medio se acerca más a un prefijo que al adverbio casi, como se explica en los § 10.4ñ y ss. Según se observa allí, puede intercalarse entre el morfema de un verbo pronominal y su verbo, como en Se medio enamoró.

19.4ñ Los textos muestran que los cuantificadores alguien y nadie concuerdan habitualmente en masculino con los adjetivos que los modifican, como en Y seré alguien distinto (Benedetti, Primavera) o en Empezaron sus oraciones con las pinzas unidas, en sus templos, en la oscuridad, donde nadie ajeno a su clase había entrado jamás (Ducoudray, Ojos). No obstante, se documenta también el femenino. La frecuencia de esta construcción crece si los adjetivos están modificados por un adverbio de grado:

En toda mi práctica no recuerdo haber visto a alguien tan conversadora con los seres vivos (Rausch / Bay, Anorexia); Le sonó como una demostración de celos, indigna de alguien tan lista como su abuela (Allende, Ciudad); Yo no he visto a nadie más roja que tú (Martínez Mediero, Lola),

pero se registran también casos en los que no se da tal modificación:

Aquí no hay nadie consagrada. Yo, al menos, soy una actriz popular (Tiempo [Col.] 7/4/1997); Por un lado muestra la decisión inquebrantable de Esmeralda de irse a pesar de dejar a aquel solitario más solitario aún, con la esperanza, sin embargo, que alguien necesitada de compañía se encuentre con él (Cifuentes, Esmeralda); Esta mujer, de nombre Sorbst, era sabida, en efecto, como alguien dotada de una provocativa virilidad (Panero, Lugar); Cuando una fémina llega a un puesto de poder, siempre debe ser alguien capacitada (Prensa [Hond.] 24/4/2006).

19.4o El hecho de que alguien y nadie admitan adjetivos de los dos géneros asimila estos pronombres a los personales, como en Yo sigo estando {preocupado ~ preocupada} o Nos gustaría ser mejor {atendidos ~ atendidas}. Ello es independiente, como es lógico, de que el masculino abarque a hombres y mujeres cuando se usa como género no marcado, tal como se explica en el § 2.2: Necesitamos a alguien muy preparado. Cuando el contexto sintáctico deja claro que se está hablando de mujeres, es también frecuente la concordancia de alguien y nadie en masculino. Así, en No hay nadie más derecho y más fiable que Lola (Rico Godoy, Mujer) se dice que no existe hombre o mujer que supere a Lola en las cualidades que se mencionan. He aquí otros ejemplos de esta misma pauta:

Gustavo jamás había conocido a alguien tan baquiano como Josefina Viveros (Donoso, Elefantes); No he conocido a nadie tan distinto a Inés como Octavia (Bryce Echenique, Martín Romaña); No me soportaba a mí ni se soportaba a sí misma […], jamás he visto a nadie tan angustiado (Marías, J., Corazón); Es poco probable que en el mes del amor y la amistad hubiera alguien más regalado que ella (Tiempo [Col.] 15/9/1996).

Si se elige el femenino en esta construcción se entiende que se habla solo de mujeres:

Vienen a verse más bellas; hay que hacer que no haya nadie más bella que ellas (Wolff, Álamos); Y deja ya tanto fingimiento que algo malo pasa en Granada y alguien de las que estamos aquí nos vende (Martín Recuerda, Arrecogías).

Cabe pensar que en la extensión de la concordancia en femenino de alguien y nadie puede haber pesado el uso del pronombre quién, como en ¿Quién es la culpable?; ¿Quién estaría dispuesta a hacer el viaje? Esta alternancia se puede interpretar como consecuencia de que quién admita complementos partitivos: quién de {ellos ~ ellas}. Las construcciones del tipo alguien de ellos, alguien de su familia se examinan en los § 20.1m-ñ.

19.4p Los pronombres alguien y nadie carecen de plural. Ocasionalmente se ha usado la forma álguienes con sentido lúdico, como en Y no se escandaliza de que alguien o álguienes se encierren media hora en su recámara (Fuentes, Región), pero no es propia de la lengua estándar ni se documenta fuera del registro particular mencionado. En algunas variantes del español popular andino se emplea la forma nadies, que tampoco ha pasado a los registros formales. Sobre esta cuestión, véase el § 48.1c. Los pronombres alguien y nadie poseen rasgos de singular: Alguien {había ~ *habían} entrado, pero pueden ser antecedentes de expresiones nominales en plural, en especial si los contextos son impersonales, como en Había entrado alguien. Seguramente eran ladrones.

19.4q Existe relación entre los pronombres quién y quiénes y los cuantificadores (§ 19.3i). El pronombre quién se usó como forma de plural o de singular hasta el siglo xviii, y aún más tarde. Se decía, pues, ¿Quién vinieron? con el sentido que hoy tiene ¿Quiénes vinieron? La discordancia se extendía al relativo quien22.4c y 22.13a):

A los exércitos gruessos más daño les viene de las discordias que entre sí levantan que no de los enemigos contra quien pelean (Guevara, Reloj); Donde se declara quién fueron los encantadores y verdugos que azotaron a la dueña y pellizcaron y arañaron a don Quijote (Cervantes, Quijote II); ¿Quién son, le dije, estos señores extranjeros? (Lope Vega, Pastores); —¿Quién son aquellos dos mozos que van juntos? (Vélez Guevara, Diablo); Os contaré mi prodigiosa historia, asegurándoos que sois los primeros a quien la he dicho (Zayas, Desengaños); No es razón, señor mío, que a los hombres a quien la Fortuna atrasó […] pretendamos los soberbios sepultallos en el centro de la tierra (Enríquez Gómez, Gregorio Guadaña).

En la lengua actual se usan ocasionalmente estas construcciones, que ya no se consideran correctas. Para la concordancia de persona de los cuantificadores, como en Ninguno creemos que… ~ *Alguno creemos que…, véase el § 33.9h.

19.4r El grupo B1 de cuantificadores a los que se hace referencia en la clasificación introducida en el § 19.2a contiene información sobre la morfología flexiva, no sobre la derivativa. No se debe deducir de ello que los cuantificadores no admitan ciertas formas de derivación, en particular la apreciativa, sino más bien que las clasificaciones que se obtienen en este caso no están tanto en función de las propiedades morfológicas de los cuantificadores, como de ciertas preferencias en función de áreas geográficas y registros lingüísticos. Así, en el español coloquial del área andina, los numerales cardinales admiten diminutivos con facilidad, como en Iremos allá los cuatrito. La gran vitalidad que tiene la formación de diminutivos en el español americano permite que en ciertos contextos afectivos los puedan recibir incluso cuantificadores que de ordinario no los aceptan, como en Dile que él es un gran poeta, lástima que escriba demasiadito (Crónica 7/7/2004). Sobre las formas cuantito, poquico, poquito, toditito, todito y otras semejantes, véanse los § 9.2d y ss. Los cuantificadores que dan lugar a adverbios derivados (bastantemente, demasiadamente) se analizan en el § 7.14ñ. Los cuantificadores bastante, cuanto, mucho, poco y tanto admiten adjetivos y adverbios derivados mediante el sufijo -ísimo. Estos derivados se describen en el § 7.4c.

 

Nueva gramática de la lengua española
Real Academia Española © Todos los derechos reservados

cerrar

Buscador general de la RAE