Sintaxis

34 El complemento directo. Transitividad e intransitividad

34.2 Sustitutos pronominales del complemento directo

34.2a En el § 34.1a se comprobó que pueden ejercer la función de complemento directo los pronombres y los grupos que estos forman. Se destaca en casi todos los análisis tradicionales el hecho de que el complemento directo pueda sustituirse por los pronombres átonos de acusativo que poseen su mismo género y número: lo/la/los/las, como en No pienso leer este libro > No pienso leerlo o en Dame la mano > Dámela. La sustitución constituye un fenómeno de sintaxis textual o discursiva, en el sentido de que puede darse a través de oraciones, tal como muestran los textos siguientes. Se subraya en ellos con trazo discontinuo el antecedente del pronombre átono:

No me gustan las pruebas, las odio (Grandes, Aires); El general Olbricht al fin se decide a poner en marcha la Operación Valquiria. Lo acompaña otro de los conspiradores de primera línea, Albrecht Ritter Mertz von Quirnheim (Volpi, Klingsor); Ludo comprendió en ese momento adónde habían ido a parar las acuarelas de su niñez. Armando seguramente se las había sustraído (Ribeyro, Geniecillos).

Si se trata de oraciones sustantivas, el complemento directo puede sustituirse por pronombres átonos neutros, como en Me prometiste que vendrías > Me lo prometiste. Las alternancias del tipo Vio todo ~ Lo vio todo ~ Vio todo ello se analizan en los § 16.14n y ss.

34.2b Como se ve, es habitual que el complemento directo pronominal y su antecedente no compartan oración. En el ejemplo siguiente aparecen dos pronombres átonos en función de objeto directo: A la niña me la quedo yo. ¿Lo entiendes? (Ortiz, L., Luz). El primero tiene por antecedente la expresión a la niña, en su misma oración. Esta reduplicación es característica de las estructuras llamadas dislocadas o de dislocación. Como se explica en los § 34.2e y 40.3, el segmento a la niña ocupa una posición temática o de tópico, ya que introduce cierta información sobre la que versa el resto de la oración. La reduplicación pronominal (a la niña… la) es forzosa en estas construcciones si el grupo nominal es definido, como se expone en los apartados que se acaban de mencionar. El segundo pronombre átono que aparece en este ejemplo, igualmente complemento directo, es lo en ¿Lo entiendes? Su antecedente es la oración anterior en su conjunto: A la niña me la quedo yo.

34.2c En las gramáticas tradicionales es habitual presentar la sustitución de los grupos nominales por pronombres átonos como diagnóstico o como recurso identificativo de los complementos directos. La razón de que se elijan estos pronombres como sustitutos (y no otros, como qué, cuál o eso, que pueden desempeñar esa misma función) radica en que los pronombres átonos mencionados poseen flexión de caso acusativo. Manifiestan, pues, explícitamente en su morfología las informaciones que los grupos nominales hacen expresas mediante la concordancia o la posición sintáctica. Este rasgo los diferencia de las otras clases de pronombres, que no presentan tal flexión. Además de poseer caso acusativo, los pronombres átonos lo/la/los/las tienen rasgos de definitud análogos a los grupos nominales que encabeza el artículo determinado (leer el libro > leerlo). Si bien la sustitución del grupo nominal por estos pronombres es útil como recurso heurístico, está en función de los rasgos gramaticales que compartan el complemento directo y su sustituto. Se analizarán estos rasgos en los apartados siguientes.

34.2d Los grupos nominales indefinidos que pueden ser sustituidos por los pronombres átonos de acusativo suelen designar entidades específicas. Así, a la oración El niño quiere una bicicleta se podría añadir con naturalidad … y la niña también la quiere, si se tratara de alguna clase particular de bicicleta, pero se añadiría preferiblemente … y la niña también quiere una (o bien … quiere otra), si se trata de una bicicleta cualquiera. Si sabemos que la interpretación inespecífica (‘una cualquiera, la que sea’) es la apropiada, no se obtendrá probablemente la sustitución por el pronombre átono, lo que no pone en cuestión la transitividad del verbo. Repárese, en el mismo sentido, en que los complementos directos negativos que se subrayan en los ejemplos que siguen no se sustituyen por pronombres átonos:

Pase, pase, no le hace nada el perro (Peñalosa, Vida); Calixto oía pero no miraba a nadie (Martínez Salguero, Combate); Jamás se preocupó, ni se ofreció, ni te trajo nada (Chirbes, Letra).

No se admiten, pues, sustituciones como No se lo hace, No lo miraba o No lo trajo. De ello no debe deducirse que hacer, mirar o traer sean verbos intransitivos en estas oraciones, ni tampoco que nada o nadie no sean pronombres, sino más bien que los pronombres lo y la son definidos, y que este rasgo no puede ser compartido por los pronombres indefinidos negativos a los que se pretende que sustituyan.

34.2e Las construcciones llamadas dislocadas, a las que se hizo referencia en el § 34.2b, se estudian en el § 40.3. Se caracterizan por introducir un tópico discursivo que se retoma, a través de un pronombre, en la oración que aparece seguidamente, como en A tu hermana hace tiempo que no la veo o en A las modelos las redime del tiempo y de las arrugas que las marchitan (Comunicación 3/6/2001) (§ 16.8 y 16.9). El pronombre átono refleja en ambos ejemplos el rasgo de definitud del grupo nominal antepuesto. Esta construcción se puede formar también con cuantificadores indefinidos. Cuando el indefinido ninguno se construye con complementos partitivos (como en No vi a ninguno de los tres), alternan como sustitutos los pronombres en singular (No lo vi) y en plural (No los vi) en las estructuras dislocadas:

A una la cubrí, al otro lo engendré, y ninguna de las dos cosas las entiendo (Wolff, Álamos); A ninguno de los tres lo tengo por torpe (Opinión 8/1/2007); A ninguna de mis siete hermanas las hubiesen admitido en la Benemérita (Ruiz Zafón, Sombra).

Así, en el último ejemplo podría haberse dicho igualmente La hubiesen admitido. Esta forma de dependencia anafórica se extiende al complemento indirecto, también en alternancia con el singular:

A ninguno de los dos les quedaba otro remedio que aprender a sobrevivir a los efectos de aquel desastre (Grandes, Aires); A ninguno de los niños les llamó la atención que recogiera por el camino a un hombre rubio (Allende, Casa); ¡Y a ninguno de ustedes le importa Cristóbal Colón! (Cabrujas, Acto); A ninguno de ellos le supuso estar demasiado tiempo alejado de los terrenos de juego (Diario Navarra 21/1/2009).

Con el cuantificador alguno concuerdan únicamente los pronombres de acusativo, si están en singular: si a alguno de ustedes lo llaman. Así pues, como los pronombres átonos son definidos, en ninguna de las dos variantes posibles del ejemplo citado de Ruiz Zafón A ninguna de mis siete hermanas la(s) hubiesen admitido en la Benemérita comparte el pronombre átono que se subraya este rasgo semántico con el núcleo ninguna. El hecho de que sea posible esa sustitución se interpreta como un efecto del complemento partitivo sobre la interpretación específica del conjunto. Otro de los efectos es la imposibilidad de que los grupos cuantificativos con partitivo aparezcan en construcciones existenciales, como en No había ninguno ~ *No había ninguno de ellos. Estas últimas se analizan en el § 20.1.

34.2f Se ha debatido largamente la cuestión de cómo afecta la sustitución pronominal al análisis de las construcciones que presentan tópicos iniciales sin determinante, como Dinero no tengo, reina, pero para la buena suerte acepta esta cajita con trece colmillos de tigre (Cabada, Agua). El análisis predominante hoy —que se aceptará aquí— consiste en suponer que el español posee un elemento pronominal nulo o tácito (Ø) equivalente a los pronombres átonos partitivos del francés (en), el italiano (ne) o el catalán (en), como en el ejemplo francés Des livres, j’en ai cinq ‘Libros, tengo cinco’. Como este elemento es indefinido, se mantiene la compatibilidad o la concordancia (ahora de indefinitud) entre dinero y Ø en Dinero, no tengo Ø, oración que resulta paralela a El dinero, no lo tengo. La irregularidad de la variante *Dinero, no lo tengo muestra la falta de compatibilidad entre dichos rasgos. Véase también, en relación con estas construcciones, el § 16.6, así como los § 34.2h-j.

34.2g Una diferencia notable entre la pauta sintáctica que se menciona y la forma de anteposición que destaca un elemento focal40.4) es el hecho de que en esta última se admiten segmentos nominales y pronominales de interpretación específica o inespecífica, como en Eso creo; Algo te pedirá, o en las oraciones siguientes:

Sirena: ¿Una cinta quieres? Manrique: Sí. (Calderón, Agravio); La idea de que Mesía nada esperaba de ella, ni nada solicitaba, le parecía un agujero negro abierto en su corazón (Clarín, Regenta).

Las construcciones de anteposición focal no contienen pronombres que reproduzcan el foco antepuesto: Nada quiero ~ *Nada lo quiero.

34.2h Está asimismo restringida la sustitución del complemento directo por un pronombre átono con algunos nombres o grupos nominales sin determinante. Como se explica en los § 15.11-13, los grupos nominales sin determinante ni cuantificador reciben por lo general interpretación inespecífica. Los sustantivos no contables suelen rechazar la sustitución pronominal en estos contextos. En efecto, a la pregunta ¿Tienes hambre? se contestaría No, no tengo (es decir, No, no tengo Ø), con más naturalidad que No, no la tengo. La presencia o ausencia de determinante en el grupo nominal se ve, por tanto, reflejada en la presencia o ausencia del pronombre clítico definido. Así, resulta natural responder No traje a la pregunta ¿Trajiste dinero?, o No tengo a la pregunta ¿Tienes sellos? Puede observarse esto mismo en los siguientes ejemplos:

Rodri. —¿Alguien tiene…? Juanjo, ¿Tienes desmaquillador? Juanjo. —No, Rodri, lo siento, no tengo. A mí me lo deja Pilar. Maite. —Yo sí tengo (Miralles, Céfiro); —¿Tienes tiempo? —pregunta Andrés pasándole el brazo por la espalda. —Para qué. —Tienes o no tienes. —Sí, sí tengo (Mendoza, M., Satanás).

Se contestaría, en cambio, preferiblemente No lo he traído a la pregunta ¿Has traído el dinero?, y No los tengo a la pregunta ¿Tienes los sellos?

34.2i A pesar de que la correlación que se acaba de establecer se considera bien orientada, en ciertos casos se admiten las dos opciones cuando el grupo nominal carece de determinante, como en Él tenía miedo, pero yo no {tenía ~ lo tenía} o en Pidió vino, pero no {había ~ lo había}. En todos los casos mencionados, los verbos de los que se habla son transitivos. Crece la proporción del uso en el que se requieren pronombres átonos cuando los sustantivos sin determinante a los que reemplazan son no contables o están en plural, pero no son estas las únicas posibilidades. La sustitución pronominal de los sustantivos contables en singular es mucho más limitada y está restringida a los contextos caracterizadores y genéricos de los que se habla en el § 34.2k. Se ilustran a continuación los tipos de sustituciones mencionadas:

Busca reposo pero no lo desea (Liberman, Gustav Mahler); Pensaba estudiar medicina pero no la seguí (Fuller, Dilemas); Solo permite añadir genes pero no inactivarlos (País [Esp.] 28/1/1998); Usted mismo me está diciendo que se me están haciendo propuestas pero no que yo las estoy haciendo (Semana 1/10/1996); Llevaba peine pero no lo usaba ante testigos (Marías, J., Corazón).

El artículo determinado contenido en los relativos complejos (§ 44.3) no hace distinción entre antecedentes contables y no contables, ya que se admite en ambos con naturalidad:

El Gobierno se dirige a las empresas para pedirles dinero con el que tapar los agujeros del Estado (ABC 22/7/1997); Apuntaban posibilidades en las que yo no creía creer (García Morales, Sur).

Tampoco el pronombre átono indefinido que caracteriza a las lenguas románicas mencionadas en el § 34.2f hace generalmente distinción entre nombres contables y no contables en esta construcción: cat., Cotxe? No en tinc cap encara ‘¿Coche? Todavía no tengo’; it., Di tempo non ne ho ‘Tiempo, no tengo’.

34.2j La concordancia o compatibilidad de rasgos de definitud explicada en los apartados precedentes posee otras excepciones, además de las que se acaban de ilustrar. No obstante, unas son reales y otras se consideran solo aparentes. En efecto, en el § 20.1 se explica que los complementos partitivos de los cuantificadores inducen la interpretación específica de esas expresiones (en el sentido de que se alude a entidades determinadas o particulares). Podría parecer que en la oración siguiente se oponen los rasgos de especificidad de los pronombres que se subrayan: En realidad, ella jugaba todos los días con dos máquinas: a una la cebaba con datos culpables y a la otra, que era yo, la alimentaba de amor o deseo (Vicent, Balada). Repárese, no obstante, en que una significa aquí ‘una de ellas’, de forma que adquiere la interpretación específica que aporta su complemento. En el § 20.1 se analizan contrastes como Aquí hay una ~ *Aquí hay una de ellas como consecuencia sintáctica de esta misma interpretación. Por idéntica razón, la discordancia de rasgos de definitud entre las expresiones subrayadas no impide la sustitución pronominal en la oración Me servirá cualquiera de estos autos si me lo reparas pronto.

34.2k No son, en cambio, aparentes las excepciones que representan las siguientes oraciones: Si encuentras algún disco de este autor, cómpramelo; Todo el que tiene algún animal de compañía procura cuidarlo. Estas sustituciones resultan naturales (a diferencia de las que se examinaron en el § 34.2d). Las pautas que representan se han tratado muy detalladamente en los estudios de semántica. Contienen expresiones cuantificativas en entornos condicionales o en relativas especificativas insertas en contextos genéricos. Estas expresiones son retomadas sin dificultad por pronombres que parecen hacer referencia a entidades específicas o particulares, a pesar de que sus antecedentes no lo son. Hay acuerdo general en que los contextos genéricos proporcionan fuerza universal a los indefinidos existenciales (§ 20.3 y 20.4), pero no existe tal unanimidad acerca de la forma de hacer compatible dicha interpretación de tales cuantificadores con los rasgos definidos del pronombre personal. A ello se añade que los pronombres átonos pueden representar variables ligadas o vinculadas (en el sentido explicado en los § 16.6i, 18.6m y 19.9l) sin dejar por ello de ser pronombres definidos. Así, el pronombre la subrayado en la oración Cada vez que ves una muñeca me pides que te la compre tiene como antecedente la expresión indefinida una muñeca, que constituye una variable ligada como resultado del efecto multiplicativo del operador cada vez que. Esta interpretación se extiende al pronombre la, que no designa una muñeca particular, sino tantas como situaciones hipotéticas denote la expresión adverbial temporal cada vez que. Asimismo, los cuantificadores indefinidos e inespecíficos no admiten la interpretación que en el § 20.1k se llama lectura presuposicional encubierta, pero pueden ser retomados en el discurso por pronombres definidos, como en Asistieron muy pocos invitados, pero los atendieron maravillosamente. No será posible revisar aquí las distintas teorías que se han propuesto para analizar cada una de estas correspondencias anafóricas.

34.2l En el habla de ciertas zonas de las áreas rioplatense y andina se atestigua la ausencia de pronombre átono con complemento directo elíptico, incluso cuando este último tiene un antecedente de interpretación específica como en el ejemplo Los cursos que hice, hice [=‘los cursos’] en una fábrica de la capital. La ausencia de pronombre átono en estos contextos parece deberse a influencia del quechua, el aimara y el guaraní:

No tomes en cuenta (Hernáez, Ladrón); Ahora compré un libro […], pero no es de él Sánchez, algo de Sánchez compré antes de ayer, he visto y compré (CREA oral, Paraguay).

Se recomiendan en su lugar las variantes con pronombre: No lo tomes en cuenta; Lo he visto y lo compré. En la franja del Uruguay más próxima a Brasil se registran ocasionalmente omisiones similares por influjo del portugués brasileño, ya que (con ciertas condiciones) en los registros menos formales de esa lengua se pueden omitir los pronombres definidos de objeto directo. Un fenómeno parecido se produce en el español hablado en el País Vasco (España) por influencia del euskera. Se registran en esta variedad secuencias como Ese lugar conozco muy bien; Cuando termine la carta, llevaré al correo; Me gustaba mucho el vestido, así que compré, y otras muchas semejantes. Se recomiendan igualmente las variantes de estas construcciones con objeto directo pronominal.

34.2m Se ha observado repetidamente que los llamados verbos de medida (costar, medir, pesar, tardar, valer) ofrecen resultados inestables en la sustitución de su complemento por un pronombre átono. Estos verbos se solían construir en latín con complementos de acusativo, y hoy se suelen considerar transitivos. Sus objetos directos están restringidos semánticamente, puesto que son argumentos cuantitativos. Denotan, en efecto, precio, extensión, capacidad o alguna otra magnitud mensurable, como en las oraciones siguientes:

Se enamoró de una tarta que costaba quinientas pesetas (Palou, Carne); No soportaba ni el pensamiento de tener que subir por la escalera, que medía siete metros (Esquivel, Agua); A esa misma hora, en el Cuzco, un hombre que pesaba cien kilos bebía una cerveza en un bar del camino a Paucartambo (Ribeyro, Geniecillos).

34.2n La marcada inestabilidad que se observa en la sustitución de estos complementos cuantitativos por pronombres átonos muestra, como en otros casos examinados en los apartados anteriores, la incompatibilidad que se percibe entre el carácter definido de dichos pronombres y la naturaleza cuantitativa de los complementos verbales a los que sustituyen. No es extraño que resulten muy forzadas oraciones como Esta ranura mide medio centímetro, pero esta otra no lo mide, ya que las medidas que se computan o se evalúan no son expresiones definidas. No se habla, en efecto, en las oraciones construidas con estos verbos, de centímetros específicos, horas en particular o litros concretos, por oposición a otros que no lo serían. Mejora notablemente la sustitución del complemento directo por un pronombre átono el que medir, valer o pesar se interpreten en el sentido de ‘alcanzar cierto peso, valor o medida’, como sucede en El toro no pesará 600 kilos, pero 500 sí que los pesa, o en los ejemplos siguientes:

Si nosotros podemos poner, por ejemplo, un Quijote de la Mancha, en la edición de Cumplido, los dos tomos en 15 000 pesos, el cliente es el que me va a decir si los vale o no (Proceso [Méx.] 17/11/1996); Ha intentado vender todos sus bienes por sesenta mil duros […]. Solo la finca del Berrocalillo los vale (Chamorro, V., Muerto).

Algunos verbos de medida aceptan variantes activas, como en medir una distancia o en pesar un kilo de carne. Estas admiten la sustitución pronominal sin dificultad, como en Los prepara para la pelea, y los pesa, que pelean dos gallos iguales (CREA oral, Puerto Rico).

34.2ñ El que los pronombres de acusativo sean átonos implica que la información que reproducen suela ser temática. Estos pronombres pueden formar parte de un segmento mayor de carácter remático (§ 40.1d), pero —por sus características prosódicas— no pueden constituir el foco de una secuencia. En efecto, el objeto directo de compra en la oración Tu amigo solo compra la prensa deportiva es el grupo nominal que se subraya. Aun así, no se diría Tu amigo solo la compra sin que el sentido se viera afectado. De esta sustitución inviable no se debe concluir que el objeto directo de comprar es otro en esta secuencia, sino más bien que el pronombre la no puede ser el foco del adverbio solo, ya que los elementos átonos no ejercen funciones contrastivas. En Tu amigo solo la compra, el adverbio de exclusión solo40.9) impone la interpretación contrastiva del verbo comprar, con lo que se descartan implícitamente otras posibles acciones (no la lee, no la comenta, etc.). Se aplica el mismo razonamiento a las secuencias formadas con otros adverbios que focalizan el complemento directo. Así, en Si hasta lleva un poquito de maquillaje (Izaguirre, 1965) no se diría Si hasta lo lleva; y en Incluso tiene una Papelera donde arrojar documentos inservibles (Alonso Raby, Miedo) tampoco se diría Incluso la tiene.

34.2o Unos pocos verbos que introducen complementos directos oracionales rechazan los pronombres átonos, a la vez que aceptan otros como eso, algo, etc. Así, al aplicar la sustitución pronominal a las secuencias siguientes:

Volker Fest respondió que él era un hombre comprensivo (Consiglio, Bien); Jaime replicará que su padre era muy valiente (Chacón, Voz); Me tapó la boca y susurró que no había mucho tiempo (Paz Soldán, Materia); Le contesté que iba a comprarme unas canicas (Montero, M., Capitán),

se obtienen, respectivamente, las oraciones Lo respondió, Lo replicará, Lo susurró y Se lo contesté, ninguna de las cuales resulta natural. Estos verbos se caracterizan por introducir el discurso directo (§ 43.9 y 43.10) y algunos de ellos también por expresar la forma en que se comunican ciertas palabras. La restricción que se describe es de naturaleza léxica y no se extiende a los complementos directos nominales: Contesté el cuestionario > Lo contesté; Respondí todas las preguntas del examen > Las respondí todas. Asimismo, junto a El cochero murmuró una excusa (Herrera Luque, Casa), se obtiene con naturalidad la variante La murmuró.

34.2p El verbo aludir introduce complementos de régimen en oraciones como Curiosamente nadie aludió a Lorenza (Pitol, Juegos), donde se diría Nadie aludió a ella en lugar de Nadie la aludió. No obstante, la sustitución por el pronombre átono es posible con este verbo en contextos restrictivos, como en Ni se refirió a las visitas, ni las aludió (Torrente Ballester, Filomeno), lo que hace pensar en un uso transitivo. Confirmaría el hecho de que aludir sea transitivo el que admita la variante pasiva: La posible incidencia del proceso de fusión Banesto-Central en el sector de seguros no fue aludida ayer en la junta general ni en la posterior reunión del consejo (País [Esp.] 2/6/1988). Aun así, usado como transitivo, aludir se construye más frecuentemente con complementos directos pronominales que nominales. Ilustra, pues, la situación inversa a la que se describió al comienzo de este apartado. El verbo dudar admite hoy complementos directos oracionales, como en Dudo que le quede un rato libre para conspirar (Vargas Llosa, Fiesta), que pueden ser sustituidos por el pronombre neutro lo: Lo dudo. No admite, en cambio, complementos directos nominales (*dudar una solución, *dudar a una persona), sino complementos de régimen (dudar de una solución, dudar de una persona). La lengua antigua aceptaba también los primeros:

Sólo que ellos vean que nos non los dubdamos, / dexarnos han el campo ante que los firamos (Alexandre); Que pues la veo de ti favorecida / Ya no la dudo ni recelo en nada (Balbuena, Bernardo).

Información adicional

En relación con este capítulo, las siguientes entradas del Glosario de términos gramaticales podrían ser de su interés:
acusativo, complemento de medida argumental, dependencia, pronominalización, verbo de medida

 

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