Sintaxis

42 La modalidad. Los actos de habla. Construcciones imperativas, interrogativas y exclamativas

42.15 La exclamación (III). Otras clases de oraciones exclamativas. Relaciones y límites entre ellas

42.15a Además de clasificarse en parciales y totales, al igual que las interrogativas, las exclamativas pueden dividirse en estos dos grupos si se atiende a su constitución interna:

A. Exclamativas de anteposición enfática

B. Exclamativas bimembres o predicativas

Las exclamativas de anteposición enfática (A) admiten además las siguientes dos variantes:

A1. Sin la conjunción que

A2. Con la conjunción que

42.15b La pauta A1 muestra el adelantamiento característico de las construcciones de foco inicial. La anteposición se produce tanto en los registros cultos como en los más coloquiales y tanto en la lengua antigua como en la actual. El elemento antepuesto es el que se enfatiza o se destaca, con la consiguiente modificación de la curva melódica. Al igual que otras expresiones focalizadas (§ 40.4j), cuando aparece expreso el sujeto, se sitúa de forma característica en posición posverbal. Se forman así oraciones como ¡Dos mil dólares me pidió tu amigo por un auto usado!; ¡Mal arreglo tiene la cosa!; ¡Buen apetito traías!; ¡A tal punto llegó la discusión!, o como las que se reproducen en los siguientes ejemplos (se subraya el segmento antepuesto):

—¡Claro está! —respondió Trifaldín (Cervantes, Quijote II); ¡Bendita sea aquella boca, que murmuró por primera vez cerca de mí las inefables palabras! (Rubén Darío, Azul); ¡Extrañas cosas ves en las miradas de los demás, Diágoras! —se burló Heracles (Somoza, Caverna); ¡Puras ociosidades piensas! (Carballido, Fotografía); ¡Buena alhaja eres, Ginesillo! (Luján, Espejos); ¡Tarde aprendemos de nuestros errores…! (Britton, Siglo).

Como se ve, en esta forma de anteposición enfática no se agrega la conjunción que: ¡En buen lío (*que) te has metido!; ¡Muy poca plata (*que) me parece a mí que trajiste!

42.15c También corresponden a la pauta A1 algunas exclamaciones retóricas. Estas construcciones dan a entender afirmaciones o negaciones de sentido opuesto al que expresan:

¡Bonito estaría que me leñateen a mí también, siendo usted el disoluto! (Ramírez, Baile); ¡Contenta me tienes! (Buero, Lázaro); ¡Bien empezamos! (García May, Operación).

Así, en el primer ejemplo no se valora positivamente una eventualidad, frente a lo que el texto parece decir; el segundo expresa descontento o insatisfacción, y en el tercero se alude con ironía a un mal comienzo. Estas construcciones trasladan al ámbito de la oración los efectos de sentido que expresan grupos nominales exclamativos como ¡Menudo error! y otros similares descritos en el § 42.13q.

42.15d La pauta A2 está más restringida que la A1. Muchas exclamativas que admiten esta última aceptan también la primera, pero no al contrario. Se ha observado en los estudios sobre la exclamación una diferencia notable entre las exclamativas y las interrogativas parciales que afecta a otro aspecto de su estructura interna. Las primeras se atestiguan repetidamente en la lengua coloquial construidas con la conjunción expletiva que, que aparece en ellas de forma potestativa. Esta conjunción separa el grupo exclamativo —que se forma con la partícula qué en esta variante— del resto de la oración. Las oraciones así construidas pertenecen al grupo A2. Se crean con grupos nominales (¡Qué gracia que tienen!; ¡Qué cosas que dicen!), adjetivales (¡Qué lindo que suena!; ¡Qué sonso que sos!) o adverbiales (¡Qué bien que canta!; ¡Qué mal que juega!). Se registran ampliamente en la literatura clásica:

Caído se le ha un clavel / hoy a la Aurora del seno: / ¡qué glorioso que está el heno, / porque ha caído sobre él! (Góngora, Letrillas); ¡Qué bien que encaja en la firma El Caballero de la Triste Figura! (Cervantes, Quijote I); ¡Oh, qué necio y qué simple que eres! —dijo don Quijote— (Cervantes, Quijote I); ¡Cuán callada que pasa las montañas / el aura, respirando mansamente! (Fernández Andrada, Fabio).

En la actualidad son más comunes en el español europeo que en el americano, pero se atestiguan en el Río de la Plata y —con frecuencia algo menor— en el área caribeña:

—Buenas tardes, don —dijo la señora de negro—. Qué calor que hace (Cortázar, Rayuela); ¡Qué susto que me dio! (Plaza, Cerrazón); ¡Qué bien que habla este hombre…! (Dolina, Ángel); ¡Qué curiosa que eres! (Monegal, Jardín); Qué mal que le caía a Lucila la Esther del diablo esa (Vergés, Cenizas).

42.15e Esta construcción no tiene equivalente en las oraciones interrogativas directas: ¡Qué cosas que dices! ~ *¿Qué cosas que dices? Aunque menos frecuentemente, se registra también esta pauta construida con cuánto, igualmente en la lengua coloquial de las áreas lingüísticas que se mencionan: ¡Cuánta gente que ha festejado el triunfo de Obama en USA! (Clarín 3/2/2009). Se debate entre los gramáticos si la oración que encabeza la partícula que en las exclamativas parciales que se describen puede asimilarse o no a las de relativo. A favor de esa opción aducen algunos autores que las exclamativas nominales pueden construirse con subordinadas de relativo, como en ¡Rarezas que uno tiene! En contra se señala en ocasiones que esta partícula no atrae a la preposición en las exclamativas formadas con grupos preposicionales. Se dice, en ese registro coloquial, ¡A qué extremos que hemos llegado! (se omitiría que en el registro más formal). No se dice, en cambio, *¡Qué extremos a que hemos llegado!, lo que confirmaría que la estructura de la construcción no es la de una oración de relativo. Se retoma esta muestra en el § 42.16i. Se atestiguan, como se ha explicado, las variantes en las que el exclamativo qué precede a sustantivos, adjetivos o adverbios, pero no se documenta en ningún registro el pronombre neutro qué en esta construcción: ¡Qué dices! ~ ¡Qué cosas que dices! ~ *¡Qué que dices!

42.15f Se asimilan a esta misma pauta, los grupos nominales antepuestos que admiten la conjunción que. Se explicó en el § 42.13c que vaya constituye un determinante exclamativo. En la lengua coloquial da lugar a construcciones del tipo A2:

¡Vaya servicio que nos hicieron! (Excélsior 11/7/1996); ¡Vaya comunista que estás hecha! (Cebrián, Agonía); ¡Vaya pelo que te han puesto! (Pombo, Héroe); El hijo del atila de Lima casado con la hija del loco de los balcones. Vaya sorpresas que tiene la vida (Vargas Llosa, Loco).

Así pues, vaya servicio es el complemento directo de hicieron en el primero de estos ejemplos. El adjetivo menudo también forma exclamativas del tipo A2 en el español coloquial de las áreas rioplatense y andina, además de en España. La construcción es menos común en otras áreas:

¡Menudos trajines que te traes, tía Eugenia! (Pombo, Héroe); ¡Menuda familia que le tocó! (Paz Soldán, Materia); ¡Menuda sorpresa que me tenía preparada! (Mañas, Kronen).

Puede suprimirse la conjunción que en todas estas oraciones, y también en las anteriores, introducidas por vaya. El adjetivo menudo se asimila en este uso a los determinantes exclamativos, con los que es incompatible: *¡Qué menudos trajines que te traes! Tanto menudo como vaya pueden incidir sobre grupos nominales cuantificados, al igual que el determinante qué, lo que da lugar a alternancias como ¡{Menudos ~ Vaya ~ Qué} cuatro tipos!

42.15g Se agrega, también optativamente, la conjunción que (por tanto A1 o A2), con el adverbio poco, como en ¡Poco que he reído leyendo esas cartitas! (Blasco Ibáñez, Naranjos). Este uso retórico de poco es similar al del adjetivo menudo. En este texto de Blasco Ibáñez se dice, en efecto, que alguien se rio mucho leyendo ciertas cartas. También se documentan ocasionalmente construcciones similares con los cuantificadores mucho y bastante:

¡Mucho que le van a hacer a él esas razones de cartapacio! (Alviz, Son); Bastante que lo sabían los contadores de las Flotas del Rey, cuando los galeones regresaban a Sevilla, hinchados de tesoros (Carpentier, Guerra).

42.15h Corresponden asimismo al grupo A2 anteposiciones como la del demostrativo eso en el fragmento siguiente: Alfredo: Más que yo, sin duda. Yo no puedo llevar vaqueros. Sandra: Eso que te pierdes (Buero, Música). En efecto, eso es aquí el complemento directo de pierdes. Aun así, la estructura está semilexicalizada, ya que no se registra más que con un número reducido de predicados: ahorrar, ganar, perder, conseguir y algunos más. De hecho, cuando el demostrativo eso se adelanta en las construcciones de foco inicial (§ 40.4j) rechaza la conjunción: ¡Eso mismo (*que) digo yo! Corresponde también a la pauta A2 una serie, igualmente restringida, de oraciones exclamativas de adjetivo o sustantivo antepuesto, en las que el que habla —que se refiere generalmente a sí mismo con uno o una— expresa suficiencia, orgullo o condescendencia, entre otras reacciones:

Le dejo que se ría a sus anchas. Magnánimo que es uno (Pérez Merinero, Días); Nunca me han detenido, ni siquiera antes de la guerra. Suerte que tiene uno (Alba, V., Pájaro); Empezó ella a llamar a la oficina y yo, boba que es una, creí que eran mentiras de él (Ruiz Rojas, Viaje); También yo, idiota que es uno, caí hace ya muchas lunas en esa trampa (Sánchez Dragó, Ítaca).

Pertenecen asimismo al tipo A2, además de al A1, los grupos adjetivales exclamativos encabezados por el adverbio bien. Puede, en efecto, omitirse la conjunción que en los ejemplos siguientes:

Inclinó la cabeza como si dormitase, pero ¡bien despierto que iba! (Montenegro, Renuevo); Vamos a probar aquí el ponche […] ¡Bien sabroso que está! (CREA oral, Venezuela).

42.15i El grupo B42.15a) corresponde a las exclamaciones bimembres o predicativas. Se ajustan a la pauta «predicado + sujeto de predicación». Como se ve, el sujeto de la predicación es el segundo componente de la oración exclamativa. El predicado de estas oraciones no es verbal. Suele ser, de hecho, un grupo nominal (¡Buena cosecha la de este año!). El sujeto de estas exclamativas es frecuentemente nominal, pero puede ser también pronominal (¡Qué días aquellos!), además de oracional, como en ¡Qué bueno que las cosas se solucionaran! He aquí otros ejemplos de esta pauta con oraciones en función de sujeto de predicación:

¡Qué casualidad que vaya a ser gerente en una sede que pertenece a su esposa! (Canarias 24/11/2000); ¡Qué fastidio que haya tanta gente al sol los lunes! (País [Esp.] 18/10/2002); ¡Qué susto que me dio (Plaza, Cerrazón); ¡Qué maravilla que podamos darle eso a nuestros hijos! (Ott, Dientes); ¡Qué raro que una palabra relacionada con la moda no tenga origen femenino! (Herrero Mayor, Diálogo); ¡Qué extraño que estemos juntos esta noche, en tu camión! (Roa Bastos, Hijo).

El predicado de estas oraciones induce el modo verbal en el sujeto oracional, a diferencia de lo que sucede en las oraciones analizadas en los apartados precedentes. Así pues, en ¡Qué bien que cante Juan Diego Flórez! se obtiene la estructura bimembre que se acaba de ejemplificar, de modo que el subjuntivo en cante está inducido por el predicado qué bien. La conjunción que no es aquí optativa. Si se dijera, en cambio, ¡Qué bien que canta Juan Diego Flórez! se obtendría la construcción coloquial descrita en los apartados anteriores. El grupo exclamativo qué bien es aquí el complemento circunstancial de canta, y no ejerce, como cabe esperar, ningún efecto en la selección modal.

42.15j El predicado de las exclamativas bimembres puede ser un grupo nominal (¡Linda ocurrencia la tuya!) o adjetival, como en ¡Magnífico el partido del sábado! o en Muy buena la idea de poner estacionamientos subterráneos en el Óvalo Gutiérrez (Caretas 16/10/1997). En el § 32.4e se explica que los sustantivos lástima, pena, suerte y milagro se asimilan a las interjecciones en esta construcción predicativa. No obstante, el hecho de que admitan modificadores sugiere que mantienen algunas de sus propiedades nominales:

¡Qué lástima que no pueda venir! (Rovinski, Herencia); Qué pena que uno tenga que morir para que tú puedas empezar a buscar tu identidad en ti misma (Fuller, Dilemas); ¡Una suerte que el día anterior hubiera estado en el salón de belleza! (Pitol, Vida).

Sugieren algunos gramáticos que el grupo B podría extenderse a algunas estructuras del tipo «interjección + grupo nominal», como ¡Bravo ese regate!; ¡Olé tu madre!; ¡Allá tú! Por otra parte, la relación predicativa que caracteriza el grupo B puede obtenerse también a través de la simple yuxtaposición, como en ¡Qué bien! Ya estamos en casa.

42.15k Se forman también oraciones exclamativas con una serie de partículas enfáticas (llamadas a veces de evidencia) que ponderan o realzan la actitud enfática del hablante en relación con lo que expresa. En efecto, son oraciones exclamativas tanto ¡Iremos a la playa! como ¡Vaya si iremos a la playa! Sin embargo, en la segunda se percibe en mayor medida la seguridad del que habla o la rotundidad de lo que sostiene o lo que decide, como reacción a reparos u objeciones de otros. Se asignará una tercera estructura exclamativa a estas secuencias, a su vez dividida como se hizo en A:

C. exclamativas de partícula enfática inicial:

C1. Sin la conjunción que

C2. Con la conjunción que

42.15l Cabría entender que la conjunción si en vaya si es una variante de que. Si se eligiera esta opción, vaya pertenecería a dicha variante de C2. No obstante, una dificultad de esa opción es que se esperarían oraciones como ¡Vaya si estudia y si se divierte!, que resultan forzadas. Por otra parte, la variante vaya que está más restringida geográficamente que vaya si, pero puede alternar con ella en algunos países:

¡Vaya que eres descuidado! ¿Y tu máscara? (Gasulla, Culminación); ¡Vaya que vale la pena tener científicos, ¿no le parece?! (Gánem, Caminitos); Para los admiradores fanáticos de esta película, (¡y vaya que los hay!), constituye un misterio lo que ocurrió con los niños-actores (López Navarro, Clásicos).

Vaya que posee otra interpretación que se ajusta al grupo B, como se explica en el § 42.15s. Sobre vaya que si… véanse los § 42.15r y ss.

42.15m Algunas secuencias oscilan entre los tipos oracionales mencionados. En efecto, bien corresponde a A1 cuando es un adverbio de modo o manera antepuesto en una estructura de foco inicial, como en ¡Bien dices! o en los textos siguientes:

¡Bien cantan los del cadí! (Cervantes, Baños); ¡Bien te vaya ladrón, con lo que le robas a tu dolor y a tus amores! (Mastretta, Cielo); ¡Bien decía usted que un alfilerazo cualquiera lo perdona! (Ibargüengoitia, León).

Corresponde, en cambio, a C cuando alterna con bien claro está que…, con vaya si… o con otras partículas enfáticas similares. Ilustran la pauta C1 los textos siguientes, casi todos de autores españoles del siglo xix o de la primera mitad del xx. Esta construcción es poco común en el español de hoy:

¡Bien sospechaba yo que ese hombre no me perdonaría jamás! (Galdós, Episodios); ¡Bien arreglaba las cosas el nieto del tío Paloma! (Blasco Ibáñez, Cañas); Pues ¡bien circula el tal cuento! (Gómez Avellaneda, Hija); ¡Bien me lo temía yo! (Valera, Pepita Jiménez); ¡Bien pensaba yo en Carlos Bovary al retratar mi catedrático de Psicología, Lógica y Ética! (Clarín, Plagios); ¿Os habéis fijado en sus manos? ¡Bien procura esconderlas! (Matute, Teatro).

Se usa hoy más, por el contrario, la variante que corresponde a C2:

—Bueno, parece que es contrario al matrimonio. —Sí, ¡pero bien que se casó con su mujer! (Marsillach, Ático); ¡Bien que te he jodido, Satanás! (Torrente Ballester, Gozos); ¡Bien que te gustará luego mascarte tu parte […]! (Miras, Brujas); ¡Bien que conoce sus fachas! (Hayen, Calle); Tan preocupado siempre de no dejarse engañar por las apariencias pero bien que se ha dejado encantusar (Melcón, Catalina).

42.15n En principio, las secuencias que se citan no deberían plantear conflicto entre A y C. En el ejemplo de Ana María Matute que se acaba de reproducir no se habla de ‘cierta forma particular de esconder las manos’ que el hablante opte por realzar, sino que se expresa un sentido muy similar al de Vaya si procura esconderlas. Se ha observado que el uso de bien como partícula enfática posee connotaciones concesivas, en cuanto que muestra la sorpresa del hablante por cierto estado de cosas que se da a pesar de lo que se deduce del contexto precedente. El texto citado de Marsillach muestra de manera nítida esta contraposición. Aunque no debería esperarse conflicto entre A y C, existe un solapamiento o traslape parcial entre ambas pautas. Así, en oraciones como ¡Bien lo sabes tú! se enfatiza un adverbio de manera (saber bien algo), a la vez que se admiten paráfrasis con vaya si. Análogamente, en ¡Y bien que se reía el muy cabrón […]! (Torrente Ballester, Filomeno) se intensifica la acción de reír (como en Se reía mucho), pero también se admite la paráfrasis con vaya si. La confluencia de estructuras se extiende a ¡Bien que me gusta! y a otras muchas secuencias similares.

42.15ñ El conflicto entre A y C al que se hizo referencia en el apartado anterior se pone de manifiesto de otras formas, especialmente en la incompatibilidad que existe entre la partícula enfática inicial y un cuantificador interno a la oración, como se percibe en los contrastes siguientes:

¡Vaya si trabaja (*mucho)!; ¡Bien que te pareces (*bastante) a tu primo!; ¡Si dirán los políticos de hoy (*muchas) tonterías!; ¡Cuidado que es (*muy) hábil el mozo! (sin pausa tras cuidado).

En el último ejemplo, cuidado que alterna con vaya si. Esta construcción (igualmente C2) es más común hoy en el español europeo que en el americano. Así pues, no se pueden cuantificar los adjetivos subrayados en los textos siguientes:

Cuidado que eres refunfuñona, Tomasa (Chacón, Voz); ¡Cuidado que los hombres están ciegos! —protestaba Óscar Pinel— (Gironella, Hombres); Cuidado que era decepcionante, incomprensible, aquella desafección que sentía él por los libros (Loveira, Inmorales).

42.15o Cabe agregar a este mismo paradigma de partículas enfáticas sí que, en uno de sus sentidos. El que dice ¡Pues sí que tenías hambre! se sorprende al comprobar que su interlocutor estaba, en efecto, hambriento. En este caso se rechaza el cuantificador interno mucha. Se admitiría, en cambio, ¡Pues sí que tenías tú mucha hambre! si la oración se usara con sentido irónico, es decir, en un contexto en el que el que habla descubre que el oyente no estaba hambriento, en contra de lo que este pudo haber afirmado o dado a entender. El mismo uso irónico corresponde a ¡Pues sí que estoy yo para fiestas! Sobre sí que… véanse los § 40.7f-i.

42.15p En los numerosos casos en los que se da la incompatibilidad entre partículas exclamativas enfáticas y cuantificadores evaluativos, descrita en el apartado precedente, cabe entender que las primeras constituyen una suerte de cuantificadores a distancia, lo que lleva a establecer una relación más estrecha entre A y C. A favor de esta opción está la alternancia entre bien y cómo que se registra en algunas exclamativas, como en ¡{Bien ~ Cómo} se ve que el asunto no va con ella! o en el texto siguiente, en el que se admitiría bien en lugar de cómo: ¡Cómo se conoce que le temblaba el pulso al escribir! (Espronceda, Amor). Además de los cuantificadores de grado en el interior de la oración, las partículas enfáticas que se acaban de mencionar rechazan también la negación, como en ¡Vaya si (*no) trabaja!, lo que recuerda en alguna medida la incompatibilidad a la que están sujetos otros grupos exclamativos, como en ¡Qué fuerte (*no) es! Aun así, no existe en la actualidad un análisis unificado de estas construcciones que explique por qué se obtiene la relación entre A y C en unos casos más claramente que en otros.

42.15q Algunos gramáticos han sugerido que el grupo B debería ser ampliado con dos tipos de unidades. Representan el primero los adverbios modales que enfatizan la actitud del hablante, como los que se subrayan en los ejemplos que siguen:

Y claro que estoy de acuerdo con ellos… Cristo también lo estaría (Santander, Milagro); Menos mal que hice amistad con uno de mis maestros (Piña, Cámara); Naturalmente que la noche tiene peligros (Alcántara, Vuelta).

Estas partículas no muestran la incompatibilidad que se ha descrito entre las palabras exclamativas y los cuantificadores: ¡Claro que vino (mucha) gente! Sin embargo, por supuesto, naturalmente, menos mal o desde luego no se usan como predicados en las oraciones copulativas.

42.15r Se analizaron en el § 42.11x construcciones del tipo de ¿Cómo que no piensas venir?, características de la réplica. Estas oraciones se pueden considerar también exclamativas (¡Cómo que no piensas venir!). Reinterpretadas de esta forma, ponen de manifiesto una relación estrecha entre B y A. De hecho, puede entenderse que corresponden más propiamente a la pauta B que a la A, a pesar de que cómo sea una palabra exclamativa análoga a qué, quién, cuánto y otras que son características de las estructuras de anteposición. En los casos que se mencionan, cómo representa el segmento predicativo (al igual que las expresiones adverbiales examinadas en el apartado anterior), y la oración que le sigue representa el discurso citado o reproducido que se evalúa. Las construcciones encabezadas por cómo que si…, que introducen réplicas a la preguntas de o no (tal como se explicó en el § 42.11y), podrían admitir el mismo análisis. Las introducidas por vaya que si alternan con ellas:

—¿Tú la conocías? —Vaya que si la conocía. Menuda era (Maqua, Invierno); —¿Te acuerdas de aquel señor alto que nos arregló el cuarto de baño? Pues allí. —¿El del Escorial? —Vaya que si me acuerdo (Martín Gaite, Nubosidad).

42.15s La partícula exclamativa vaya pone de manifiesto que existe relación estrecha entre los tipos B y C. En efecto, se comprobó en el § 42.15l que vaya que alterna con vaya si en uno de sus usos (por tanto, grupo C). Sin embargo, en México y Centroamérica se usa también vaya que como ‘menos mal que…’, es decir, en una exclamativa del tipo B:

Vaya que hoy andaban cerca las monjas y me ayudaron a traerlo al hospital, si no qué hubiera hecho con el hombrón a tuto (Flores, Siguamonta); Vaya que las cosas han cambiado […], y vaya que México era un país muy diferente (Proceso [Méx.] 14/7/1996).

El texto del diario Proceso que se cita contiene el adverbio muy. Como vaya que corresponde aquí al grupo B, en lugar de al A, no se percibe la incompatibilidad descrita en los apartados precedentes.

42.15t Con la pauta «si + futuro o condicional de conjetura», asimilable a C1, se crean oraciones exclamativas en las que se pondera lo extremo de una magnitud (¡Si estará loco!; ¡Si sería listo!; ¡Si se habría ido lejos!) o de un conjunto de personas o cosas (¡Si habría gente!; ¡Si dirá pavadas!). El papel cuantificativo de si se pone en ellas de manifiesto de dos formas. Por un lado, se rechaza esta pauta si no existe una noción que cuantificar, lo que da lugar a contrastes como ¡Estoy de pie! ~ *¡Si estaré de pie! Por otro, si puede suplir en esta construcción al adverbio tan que se requiere en las oraciones consecutivas (§ 45.14n), como en ¡Si será listo que no falló ninguna respuesta! Posee propiedades distintas la conjunción si en exclamaciones como ¡Si vives en mi mismo barrio!, que no se ajustan a esta pauta. En este otro uso, si no se asimila a los cuantificadores y es compatible con expresiones no graduables. Las exclamativas que introduce tienen sentido adversativo, ya que expresan que la situación que se describe contradice alguna otra previa o representa un argumento para oponerse a ella: “Pero si son unos niños”, dijo mi madre, y me señaló a mí como ejemplo (García Márquez, Vivir).

42.15u Se explicó en los § 22.16g y ss. que el adverbio cómo en su interpretación cuantitativa puede incidir a distancia sobre el atributo adjetival o adverbial de una oración copulativa. Estas construcciones exclamativas, comunes en el español antiguo, se registran hoy en la lengua oral de algunos países americanos, especialmente en parte de México y de las áreas centroamericana, andina y rioplatense. En otros países se emplean de manera ocasional en la lengua literaria, en la que pueden adquirir connotaciones arcaizantes:

¡Cómo era simpática, sin ninguna pretensión aparente! (Lynch, Dedos); ¡Ah!, cómo eres mal pensado, Lucas (Rulfo, Llano); ¡Cómo te has puesto fea! (Monegal, Jardín); ¡Cómo es grande mi pueblo! (Viezzer, Hablar); ¡Cómo eres artificiosa!, pero a mí no me engañas, niña (Magaña, Signos); La luna va por el agua. / ¡Cómo está el cielo tranquilo! / Va segando lentamente / el temblor viejo del río (Lorca, Primeras canciones).

En esta pauta, que permanece viva en francés, italiano y otras lenguas romances, alternaban cómo y cuánto en la lengua antigua:

¿Es este el original?: Virgen santa, precïosa, / ¡cómo eres pïadosa, / toda vía! (Arcipreste Hita, Buen Amor); ¡O, cómo son locos y ignorantes éstos! (Ysopo); ¡Ay, Duarda, cómo eres discreta y cuánto más lo serías si no fueses cruel! (Montemayor, Diana); ¡Cuánto son incomprensibles sus juicios […]! (Fernández Oviedo, Indias); Consideré la vena de aquella peña y vi quánto era delgada (Collado, L., Plática); Oh cuánto fueron mis entrañas duras, / pues no te abrí (Lope Vega, Rimas sacras).

Las variantes más extendidas de estas construcciones se forman hoy con los adverbios qué (¡Qué simpática era!) o cuán (¡Cuán incomprensibles son!), o con «cómo de + grupo adjetival o adverbial»:

Mira cómo está de rozagante la señora (Mastretta, Vida); ¡Che, cómo comés de rápido! (Puig, Beso); ¡Cómo estará de alegre el trigo ondeante! (Ibarbourou, Raíz); Cómo iré de mareado que, en esta sombra de vértigo, te estoy ya viendo de chavala y eres mona, Coconito… (Nieva, Delirio).

En relación con estas variantes, véanse los § 22.13, 22.14 y 22.16.

42.15v No existe un único análisis sintáctico de la pauta presentada en el apartado anterior. Cabe pensar que se cuantifica en ella todo el grupo verbal, como sucede en el español general en oraciones como ¿Hasta qué punto está enfermo? Otro análisis sintáctico de esta pauta consiste en suponer que el cuantificador cómo ejerce su función a distancia, como en las construcciones analizadas en las páginas precedentes: ¡Vaya si le ha costado (*muy) caro! En uno y otro caso, la estructura sintáctica de estas construcciones exclamativas no se aleja mucho de otras que se forman con las partículas enfáticas mencionadas. El uso de cómo que en las construcciones cuantificativas es poco frecuente en la lengua actual. Estas oraciones aportan una interpretación cercana a la llamada de eco (§ 42.11i y ss.), pero con la particularidad de que se da en contextos exclamativos. De hecho, equivale en ellos a vaya: —Conque, ¿me negará vuestra paternidad muy reverenda que Cristo es la Santísima Trinidad? —¡Y cómo que lo negaré! —respondió el provincial— (Sierra, P., Espejo). No se debe confundir la construcción ¡Cómo es alto! con la que corresponde a la actual ¡Cómo es posible! o No sé cómo eres capaz de irte por ahí a tus cosas con Juana (Marías, J., Corazón). El adverbio cómo se interpreta en estas últimas construcciones en el sentido de ‘cómo es que’, por lo que no se asimila a los cuantificadores del adjetivo. Véanse también los § 22.16a y ss.

42.15w Los vínculos entre interrogación y exclamación no solo se limitan a la coincidencia formal de muchas palabras interrogativas y exclamativas, sino también a que algunos usos retóricos de la interrogación son indistinguibles de la exclamación, como se ha explicado. Existen, en efecto, exclamativas retóricas parciales, como ¡Quién sabe!, que expresa un sentido próximo a ‘¡Nadie lo sabe!’. En los textos alternan los signos de interrogación con los de exclamación al trascribir estas oraciones. Cuando aparecen los primeros, la oración no se suele pronunciar con el contorno característico de esta clase de enunciados:

¿Quién sabe cómo viven los demás? (Sampedro, Sonrisa); ¿Adónde vamos a parar con gente así…? (Viñas, Lisandro); Joaquina exclamó tratando de resultar irónica: —¿Cuándo se ha visto que un marido se haga amigo del amante? (Fernández Castro, Novia).

Si se hubieran usado los signos de exclamación en estas oraciones no se habría alterado sustancialmente su sentido, puesto que en ellas no se formulan propiamente preguntas, sino que se introducen juicios afirmativos o negativos, así como las reacciones emotivas que el hablante asocia con ellos. Son frecuentes en los textos alternancias como la que ilustra el par ¿Cómo quieres que lo sepa? ~ ¡Cómo quieres que lo sepa! Se admite incluso la variante mixta ¿Cómo quieres que lo sepa!, que presenta gráficamente la confluencia de la interrogación y la exclamación (§ 42.6f).

42.15x Se forman con otros recursos sintácticos exclamativas que ponderan lo manifiesto o patente de algún estado de cosas a ojos del que habla. Admiten paráfrasis con negación ciertas exclamaciones parciales que se construyen con el condicional (¡Quién lo diría! ‘Nadie lo diría’), con «tener que + infinitivo» (¡Qué tiene eso que ver! ‘Eso no tiene nada que ver’), «ir a + infinitivo» (¡Cómo lo voy a saber! ‘De ningún modo podría saberlo’; ¡Qué va a haber dicho eso! ‘No ha dicho eso en absoluto’) y con futuros (¡Dónde estarás mejor que aquí! ‘En ningún sitio estarás mejor que aquí’). En estas construcciones el hablante da a entender que considera patente la proposición contraria a la que se contiene en la construcción exclamativa. Al presentar esos juicios negativos en forma de exclamaciones otorga mayor énfasis a sus réplicas.

42.15y Son exclamativas muchas de las llamadas consecutivas suspendidas. Se trata de secuencias como ¡Resulta tan extraño…!; ¡Tiene un carácter…!; ¡Dice unas cosas…!; ¡Hace un calor…!; ¡Tiene de dinero…!; ¡Se portó de mal con nosotros…! Estas construcciones se analizan en los § 45.14o, p.

 

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