CAPÍTULO VII. La ortografía de los nombres propios

3. Topónimos

3.1. Topónimos hispánicos

3.1.1. La ortografía de los topónimos hispánicos

Los topónimos que aluden a un lugar que se encuentra en territorio de habla hispana, al igual que el resto de las palabras de nuestra lengua, deben someterse a las normas ortográficas del español. La mayor parte de estos topónimos presentan una única forma asentada; más raros, aunque no inexistentes, son aquellos con más de una variante ortográfica admitida: Cusco o Cuzco, Xiloá o Jiloá.

En estos vocablos pueden aparecer fosilizados rasgos propios de un estadio anterior de la lengua, al haber quedado excluidos de los procesos de evolución que siguió el léxico común patrimonial. Por ello presentan a veces términos con una morfología arcaica, como en Villar del Salz (con la forma ant. de sauce), Ferreira (forma ant. de herrería) o Fontalba (que incluye el sustantivo ant. font ‘fuente’), o conservan vestigios de antiguos usos ortográficos castellanos (Axarquía, Ayllón, Buyla, México u Ossa de Montiel). Esa tendencia a la inmovilidad se traduce asimismo en la conservación, en algunos topónimos, de grafías ajenas a nuestro sistema lingüístico en formas de procedencia extranjera, frente a la tendencia del léxico común, desde los primeros tiempos del idioma, a absorber, acomodándolos a las propias pautas gráficas y morfológicas, los préstamos de otras lenguas; así, en España es posible encontrar terminaciones en -x, raras en los términos patrimoniales, en topónimos de origen árabe, como Almorox o Guadalix (para la pronunciación de estos topónimos terminados en -x, v. cap. I, § 6.3.2.2.1, información adicional), mientras que en América se documentan las terminaciones consonánticas -t, -tl o -tz en topónimos procedentes de las lenguas indoamericanas, como Texíguat (Honduras) o Macuilxóchitl y Buctzotz (México). El establecimiento de la forma correcta de un topónimo suele depender del momento en que se produjera su fijación gráfica, ya que, salvo raras excepciones, estos nombres se muestran muy conservadores respecto de la grafía tradicional, aun cuando la pronunciación haya podido distanciarse ligeramente de ella.

Cuando los topónimos son denominaciones pluriverbales, lo normal es que se mantenga la escritura independiente de las palabras que los componen, en especial si constan de más de dos elementos: Bollullos Par del Condado, Don Benito, Entre Ríos, Punta Arenas, San Cristóbal de las Casas, San Pedro Sula. Sin embargo, cuando el primer o los primeros elementos se pronuncian átonos y forman con el elemento tónico siguiente un solo grupo acentual, no es raro que, tras un periodo de vacilación, hayan acabado escribiéndose en una sola palabra, lo cual evidencia que para los hablantes se trata, a todos los efectos, de una única unidad léxica: Guardalavaca, Montenegro, Navacerrada, Puertollano, Torredonjimeno, Valparaíso, Villavicencio. En muchos casos, la amalgama gráfica refleja una fusión entre vocales que se da previamente en la pronunciación: Doñana, Puntarenas, Santisteban, Valdespino.

A diferencia de lo que ocurre en otras lenguas, como el francés, en las que es normal el uso del guion para unir los elementos de un topónimo compuesto, los topónimos españoles pluriverbales se escriben preferentemente sin él: Ciudad Trujillo, Medina Sidonia, Puerto Vallarta, Zamora Chinchipe. Se mantendrá, no obstante, el guion en aquellos cuya denominación oficial lo contenga (Vélez-Málaga), si bien se recomienda que en la acuñación de nuevos topónimos su uso se reserve para la fusión de las denominaciones de dos entidades preexistentes (Lupiñén-Ortilla), así como para los nombres oficiales que, en España, resultan de la mención conjunta del nombre castellano y su equivalente en alguna de las lenguas cooficiales: Peñacerrada-Urizaharra, Vitoria-Gasteiz.

Al igual que el resto de los nombres propios, los topónimos españoles deben someterse a las reglas generales de acentuación gráfica: Aguilar de Campoo, Ciudad Juárez, Éufrates, Medellín, Mérida, Piedrahíta. Tales reglas también son de aplicación en las formas que conservan grafías arcaizantes: Aýna (v. cap. II, § 3.2f).

Advertencia

Las formas españolas de topónimos estadounidenses como Los Ángeles, Santa Bárbara o Santa Mónica deben someterse asimismo a las normas de acentuación gráfica del español y, por tanto, llevar tilde cuando les corresponda. Nótese que, además de tener su origen en nuestra lengua, su pronunciación se mantiene acorde con nuestro sistema gráfico-fonológico [losánjeles].

Para la aplicación de la mayúscula inicial a los nombres de lugar, v. cap. IV, § 4.2.4.6.

     

    Ortografía de la lengua española
    Real Academia Española © Todos los derechos reservados

    cerrar

    Buscador general de la RAE