CAPÍTULO I. La representación gráfica de los fonemas: el uso de las letras o grafemas

6. Correspondencias entre fonemas y grafemas en español

6.3. Grafemas especiales

6.3.2. La letra x

6.3.2.2. Valores especiales

El principal valor fónico que corresponde a la x en el actual sistema ortográfico del español, el de representar la secuencia bifonemática /k + s/, es el mismo que tenía esta letra en latín; de este valor heredado del latín se deriva, a su vez, el de representar el fonema /s/ en algunos contextos, por simplificación articulatoria de la secuencia /k + s/ en determinadas posiciones, tal y como se ha explicado en el epígrafe anterior.

Sin embargo, la x puede presentar excepcionalmente otros valores fónicos, restringidos a ciertas palabras, como consecuencia del mantenimiento en ellas de esta letra con el valor que tuvo en el español de épocas pasadas, o con el que le corresponde en otras lenguas en contacto con el español.

Estos valores especiales se presentan en algunos topónimos o antropónimos de grafía arcaizante, donde la x conserva su antiguo valor como representante del fonema /j/ (v. § 6.3.2.2.1); y en voces procedentes de ciertas lenguas amerindias, donde, junto a los valores propios que tiene esta letra en el actual sistema ortográfico del español (/ks/ o /s/) y el que tenía en épocas pasadas (/j/), la x puede conservar el que le corresponde en esas lenguas, en las que representa a menudo el fonema /sh/, inexistente en el español moderno, aunque sí existió en el español medieval (v. § 6.3.2.2.2).

6.3.2.2.1 En ciertos topónimos o antropónimos de grafía arcaizante

La x conserva su antiguo valor como representante del fonema /j/ en algunos topónimos americanos que mantienen una ortografía arcaica, como México [méjiko], Oaxaca [oajáka] o Texas [téjas] (con sus respectivos derivados mexicano -na [mejikáno -na], mexicanismo [mejikanísmo], oaxaqueño -ña [oajakéño -ña], texano -na [tejáno -na], etc.); así como en variantes arcaizantes de algunos antropónimos, como el nombre de pila Ximena [jiména], o los apellidos Ximénez [jiménes, jiménez] o Mexía [mejía]. Recuérdese que, en estos casos, es incorrecto pronunciar la x con el sonido /k + s/ que normalmente le corresponde a esta letra en el sistema ortográfico moderno: ⊗‍[méksiko], ⊗‍[oaksáka], ⊗‍[téksas], ⊗‍[ksiména], ⊗‍[meksía].

Información adicional

Se encuentran indicios de esta x arcaica en algunos topónimos españoles en los que hoy se pronuncia corrientemente /k + s/, como Almorox, Borox, Guadix y Sax, pero cuyos gentilicios respectivos (almorojano, borojeño, guadijeño y sajeño) demuestran que, en su origen, esa x se pronunciaba /j/.

Las razones de este valor peculiar de la x se encuentran en la compleja evolución de este grafema en la historia ortográfica del español. En el español medieval, la letra x se usaba ya con dos valores distintos, pues en los cultismos latinos representaba, como hoy, la secuencia /k + s/ (exaltar [eksaltár]), mientras que en las palabras patrimoniales, las que se incorporaron por evolución natural ininterrumpida desde el latín, la secuencia fónica representada por la letra x se transformó en uno de los seis fonemas sibilantes característicos del español medieval, el prepalatal fricativo sordo /sh/, de pronunciación similar a la sh inglesa o ch francesa actuales (exemplo [eshémplo]). El fonema sibilante medieval /sh/ evolucionó a lo largo del siglo XVI hasta convertirse en el fonema /j/, de ahí que la letra x sirviera también en español, durante mucho tiempo, para representar, junto a la j y la g (ante e, i), el fonema /j/ (v. § 6.2.2.3.2).

Debido a las continuas confusiones que generaba la existencia de valores tan distintos para una misma letra, la ortografía académica de 1815 decidió limitar el valor de la x al que esta letra tenía en latín (/k + s/), de modo que, a partir de ese momento, todas las palabras que anteriormente se habían escrito con x en representación del fonema /j/ pasaron a escribirse con j: exemplo > ejemplo, embaxador > embajador, Xerez > Jerez, etc.

Cuando los españoles llegaron a América, a finales del siglo XV y principios del XVI, transcribieron con x el fonema /sh/ propio de lenguas amerindias como el náhuatl y el maya (vivas hoy en México, Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua), ya que era similar al que, representado por esa letra, aún existía en español y se convertiría después en el fonema /j/. De ahí que el fonema /sh/ presente en el étimo indígena de muchas de las voces y topónimos oriundos de esas zonas, especialmente en los asimilados en los primeros tiempos de la presencia española en América, sufriera la misma evolución que el fonema medieval español y acabara transformándose también en /j/. Pero, mientras que en unos casos ese nuevo fonema /j/ pasó a representarse gráficamente con la j propia de la ortografía moderna, como en Jalisco, Juchitán o Guadalajara, en otros mantuvo su escritura con la x propia de la ortografía antigua, como en México, Oaxaca o Texas.

Hay otros topónimos de origen indígena, en cambio, donde la x mantiene la pronunciación /sh/ originaria, como en Xola [shóla] o Xicalango [shikalángo], que se convierte en /s/ en los casos en que el nombre incluye además el fonema /ch/, como ocurre en Xochimilco [sochimílko]. Pero tampoco faltan topónimos de origen igualmente indígena donde la x representa la secuencia /k + s/, según corresponde a esta letra en el actual sistema ortográfico del español, como en Ixhuacán [iksguakán] o Tuxtepec [tukstepék], que a veces se reduce a simple /s/ cuando le sigue el fonema /k/: Tlaxcala [tlaskála], Mixcoac [miskoák].

6.3.2.2.2 En voces procedentes de lenguas amerindias

El complejo panorama antes descrito en relación con el valor fónico de la x en topónimos originarios de lenguas amerindias como el náhuatl o el maya es idéntico al que se observa en voces indígenas de esta misma procedencia, presentes en el español de México, Guatemala, Honduras, El Salvador o Nicaragua. En este tipo de indigenismos, la letra x puede presentar hasta cuatro valores fónicos distintos:

En algunos representa el fonema /j/, como en xicaque [jikáke] (‘cierto pueblo amerindio de Honduras’) o xiote [jióte] (en Méx., Guat., Hond., El Salv. y Nic., ‘cierta enfermedad de la piel’), que se escriben también, más frecuentemente, jicaque y jiote.

En la mayoría de ellos, no obstante, representa el fonema prepalatal fricativo sordo /sh/ propio de esas lenguas, aunque inexistente en el español actual, como en mixiote [mishióte] (‘plato mexicano que consiste en un saquito hecho con carne envuelta en la membrana que recubre la penca del maguey, cocido al vapor’), xolco [shólko] (en Guat. y El Salv., ‘falto de algún diente’) o xocoyote [shokoyóte] (en Méx., ‘hijo menor’). Algunas de estas voces cuentan con variantes gráficas escritas con ch o s, como cholco o socoyote, que reflejan su acomodo a las pautas grafofonológicas del español mediante la asimilación del fonema indígena originario a alguno de los dos más próximos de nuestro sistema fonológico.

Y en otros, en fin, puede presentar uno de los dos valores que corresponden a este grafema en la lengua general: /k + s/, como en nixtamal [nikstamál] (en Méx., Guat., Hond., El Salv. y Nic., ‘maíz cocido en agua de cal que después de molido se usa para hacer tortillas’); o /s/, como en xúchil [súchil] (en Méx., ‘flor’), que también se escribe súchil.

     

    Ortografía de la lengua española
    Real Academia Española © Todos los derechos reservados

    cerrar

    Buscador general de la RAE