CAPÍTULO VII. La ortografía de los nombres propios

3. Topónimos

3.2. Topónimos extranjeros

3.2.1. Formas tradicionales, formas autóctonas y cambios de denominación

La forma propia con que una comunidad de hablantes nombra un lugar que se encuentra fuera del ámbito de influencia de su lengua se conoce como exónimo, frente a la forma local con que los hablantes del lugar nombrado se refieren a este en la lengua autóctona, que se denomina endónimo. Así, Egipto es el exónimo español que corresponde al endónimo egipcio Misr; Croacia, el de Hrvatska; Ségovie es el exónimo francés de la ciudad española de Segovia; Arjantin es el exónimo turco de Argentina; Λονδίνο (Londino) es el exónimo griego de Londres o Афи́ны (Afény) el exónimo ruso de Atenas.

Los exónimos españoles pueden ser tanto una forma completamente alejada del endónimo, basada en una denominación preexistente o en una creación propia (Albania frente a Shqipëria, Finlandia frente a Suomi, India frente a Bhārat), como una hispanización del endónimo (Milán por Milano, Mozambique por Moçambique, Nimega por Nijmegen) e incluso una traducción, total o parcial (Casablanca por ad-Dār al-Bayda, Montenegro por Crna Gora, Nueva Jersey por New Jersey).

La vía de incorporación de un nuevo topónimo al español ha sido, en no pocas ocasiones, la simple transferencia o adaptación de un exónimo tomado de una lengua intermediaria, como sucede en el caso de Lepanto (transferencia del italiano Lepanto, en griego Ναύπακτος, Naúpactos), Auschwitz (transferencia del alemán Auschwitz, en polaco Oświęcim), Mequinez (adaptación del francés Meknès, en árabe M’knas) o Copenhague (adaptación del inglés Copenhagen, en danés København). Este tipo de expresiones, pese a su carácter extranjero, no requieren ninguna marca tipográfica especial.

Como se ve, el nombre propio con el que se designa en una determinada lengua un enclave geográfico o una realidad geopolítica no ha de coincidir necesariamente con el que le asignan sus propios habitantes en su lengua materna. Así, un hablante turco utilizará las formas propias Ekvador, İspanya, Kolombiya, Küba, Meksika o Şili, en lugar de las españolas Ecuador, España, Colombia, Cuba, México o Chile; y, de forma paralela, es lícito que en español se empleen los topónimos Bielorrusia (no Belarus o Belarús), Bombay (no Mumbai), Calcuta (no Kolkata), Costa de Marfil (no Côte d’Ivoire), Esmirna (no Izmir) o Pekín (no Beijing).

El hecho de que, en su mayoría, los topónimos extranjeros presentes en nuestra lengua se hayan generado a partir de la forma autóctona no implica, sobre todo en el caso de los topónimos mayores de uso frecuente, que deban permanecer inalterados: al igual que las voces pertenecientes a otros sectores del léxico, estas denominaciones tienden de manera natural a integrarse en nuestro sistema gráfico-fonológico. En cambio, los topónimos menores a los que se alude de modo más esporádico o discontinuo no suelen alcanzar a verse involucrados en esos procesos de adaptación.

Con cierta asiduidad, no obstante, los medios de comunicación difunden formas toponímicas que difieren de las tradicionales que se hallan asentadas en español. Se trata, a menudo, de una restitución injustificada de la forma local. Otras veces, sin embargo, la novedad es el resultado de un verdadero cambio de nombre, fruto de una decisión política de carácter oficial (y no una mera reivindicación de las formas locales). En estos casos, debe adoptarse la nueva denominación: Burkina Faso por Alto Volta, Ghana por Costa de Oro, San Petersburgo por Leningrado, Sri Lanka por Ceilán, etc.; las denominaciones anteriores al cambio solo tendrán validez en los documentos y referencias de carácter histórico.

Información adicional

Estos cambios de denominación suelen tener reflejo en la formación de los gentilicios, pero no siempre es así. El hecho de que, frente a la evolución del topónimo, el adjetivo correspondiente haya permanecido fiel a una forma toponímica anterior explica, en la mayor parte de los casos, la existencia de gentilicios aparentemente irregulares: así, por ejemplo, bilbilitano, gentilicio actual de Calatayud (España), está relacionado con Bilbĭlis, nombre latino de la ciudad. Del mismo modo, algunos cambios de denominación actuales no encuentran reflejo en el gentilicio: yacuto o yakuto sigue siendo el gentilicio de Sajá (ant. Yakutia), tesalonicense de Salónica (ant. Tesalónica), etc.

     

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